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La lampara encendida

Guerra en Gaza: Hijos de la noche

Guerra en Gaza: Hijos de la noche

Foto Heraldo / ABIR SULTAN

En la primera contienda mundial (1914-18), el imperio alemán y austro-húngaro frente a la Triple Entente –Reino Unido, Francia, Rusia y añadidos–. Revoluciones como la rusa, germen de la Unión Soviética, los nacionalismos y el fascismo, llevarían irresolublemente a la segunda (1939-45): las potencias del Eje, con la devastadora Alemania, frente a los Aliados finalmente vencedores.

El aparente oasis de paz no lograría mitigar la guerra fría entre la URSS y EE.UU. Ni la ONU podría evitar que el Estado de Israel y las palestinas Gaza y Cisjordania fuesen enemigos hasta nuestros días. Y eso que el pueblo judío, el “elegido”, sufrió en carne propia la diáspora y la destrucción, desde los romanos, turcos y otomanos, al genocidio nazi. No se termina de entender.

“A partir de 1933, el barrio de Rehavia, en Jerusalén, establecido como ciudad jardín a principios de la década de 1920, se convirtió en epicentro de la comunidad judeoalemana de Israel” (Thomas Sparr). Escritores como Else Lasker-Schüler, Gershom Scholem o Martin Buber huirían de la persecución. Después, y con el progresivo desarrollo, vendría la revancha: los asentamientos se comieron literalmente a la población árabe.

El bestial atentado del pasado octubre, la violencia que no cesa contras Hamás –hasta sumir a miles de niños palestinos en la muerte o la hambruna–, y el ataque de drones iranís con armas nunca antes utilizadas, es más de lo mismo. Estados Unidos y Europa, incluida España, más Australia, pro israelís; una gran mayoría árabe, Venezuela o Chile, pro palestinos.

La historia se repite una y otra vez. Cafarnaún, Betsaida, el Templo de Jerusalén, el propio Santo Sepulcro… No quedó piedra sobre piedras. Santa Helena de Constantinopla, San Francisco de Asís, reconstruyeron y dieron vida nueva. Los hijos de la luz. Y quizá esa noche oscura de la humanidad, de la que ya escrib San Juan de la Cruz, sea fruto de nuestra historia. “Pero vosotros, hermanos, no vivís en la oscuridad, para que ese Día os sorprenda como ladrón, pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas” (Primera carta de San Pablo a los tesalonicenses, 5-6).

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 21 de abril de 2024).

la sierpe entre las flores

la sierpe entre las flores

Foto https://gstatic.com

“La dulce boca que a gustar convida / un humor entre perlas destilado / (…) amantes, no toquéis si queréis vida, / porque entre un labio y otro colorado / Amor está, de su veneno armado, / cual entre flor y flor sierpe escondida” (Luis de Góngora). El tópico “serpens inter floribus” hunde sus raíces, amén de la Biblia, en los clásicos Virgilio y Ovidio, el renacentista Bernardo Tasso, o artistas barrocos como Calderón, Cervantes, el propio Góngora o Velázquez. Y el Barroco puede parecernos un tiempo oscuro, pero no tan lejano.

Me impresionaba el otro día esta noticia: “’Lavanda’: la Inteligencia Artificial que usa Israel para decidir quién vive y quién muere en Gaza”. Más de 33.000 palestinos muertos en la Franja de Gaza –los otros, también una barbaridad–. El moderno sistema algorítmico determinó la muerte de casi 40.000 milicianos de Hamás, todo inteligentemente programado. La extinción de las células malignas y terroristas era casi segura.

Se contemplaban unos 20 segundos antes de autorizar el bombardeo. Solo había un mínimo margen de error, el diez por ciento de los casos podrían ser personas que tuvieran una vaga conexión con grupos militares islamistas o inclusos ninguna relación. Ahí entrarían civiles, mujeres, ancianos, niños. ¿Cuántos miles? ¿Qué proporción por cada miliciano?

Sin contar los hospitales y refugios masacrados, las ambulancias y convoyes de comida salteados, el sistema de agua y saneamiento colapsado, las infecciones sin cuento, la hambruna atroz. ¿Mejor morir de hambre o de un misil? Ni siquiera Rafah ni el mismo Egipto son lugares seguros, como en tiempos bíblicos y mesiánicos. Si a Tántalo se le retiraban las manzanas, lo pequeños de Tierra Santa tienen prohibido todo tipo de alimento.

Lavanda, símbolo de buena fortuna y de salud; Bálsamo de Fierabrás para afecciones nerviosas, estomacales, rehumáticas, respiratorias… Una de las plantas más hermosas que florecen en verano. La serpiente o el áspid entre las flores, emblema de falsedad e hipocresía, sigue siendo un motivo terriblemente actual: “Asesinado por el cielo, / entre las formas que van hacia la sierpe / (…) / Con el árbol de muñones que no canta / y el niño con el blanco rostro de huevo” (Federico García Lorca, Poeta en Nueva York).

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 14 de abril de 2024).

Javi Sánchez

Javi Sánchez

Foto Heraldo

Comenzó muy joven en esto de la música. Franciscano, sacerdote diocesano, capellán de Hospital, Magíster en Bioética, responsable de Pastoral Familiar en la parroquia de San Pío X, comunicador en diversos medios. Sería una falta de respeto tratarlo de usted.

Lo entrevistaba hace un tiempo para la revista Humanizar, sus respuestas fueron contundentes. “Comencé a componer en la adolescencia, aunque no me decidí a actuar en público hasta años después. Música y vocación han ido siempre de la mano, sosteniéndose, complementándose y alimentándose”. Estudió en Teresianas, en el barrio de Las Delicias. De ahí al Seminario, y de cura a Andalucía, para volver después a la zaragozana parroquia de San Pío. Mi amiga Elena, de mi grupo de vida de Hora 3 casi desde la adolescencia, y ahora madre de dos preciosos niños, me hablaba fenomenal de él.

Cantar era sinónimo de predicar, pese a su timidez deseaba editar un CD desde muy joven. Tendría que esperar. Y si San Francisco alababa a Dios en las criaturas, Javi afirmaba: “Hemos perdido la capacidad de alabanza, porque hemos perdido nuestra capacidad de agradecer. Si cada día hay mil razones para la desesperanza, el creyente encuentra una sola razón para la esperanza: el Señor ama y cuida a todas sus criaturas”.

No consideraba al sacerdote como un gurú o chamán, sino como un instrumento del Señor. “Hace ya tiempo que la Iglesia perdió a los jóvenes, como a los trabajadores. Decimos muchas cosas, pero no comunicamos. Mi mayor preocupación es no perder a las familias, especialmente a los niños. La catequesis y la misa familiar son aspectos fundamentales que debemos cuidar, porque lo que se vive de pequeño y en familia es lo que queda en la vida de adulto”. Para él era esencial la Primera Comunión, y el tiempo de después.

Capellán de hospital, sabía del sufrimiento muy de cerca. La alegría en el rostro, lo conocí en persona en uno de los múltiples conciertos de Arte y Oración. El “cura rockero” no se consideraba un buen cura, nos sonreímos. Comprender vida y muerte, desde la luz pascual, es volver del revés el calcetín. Sigue velando por nosotros, amigo Javi.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 7 de abril de 2024).

¡Resucitó!

¡Resucitó!

Escultura jardines de la iglesia del Primado de Pedro, junto al mar de Galilea (Tabgha, Israel. Foto www.alamy.es

De pequeña, acompañaba a mi madre y a mi tía a visitar los siete monumentos reglamentarios, la tarde del Jueves Santo y la mañana del Viernes. Las mujeres bisbiseaban oraciones inentendibles, que a mí se me hacían eternas. Venían de una cultura de luto y tenebrario, de obligación y miedo.

Tras de mi adolescencia y primera juventud en la parroquia de Begoña, pasé a vivir y compartir la hoguera pascual en el monasterio de La Oliva, Uncastillo, Navarrete, el santuario de La Misericordia o Mosqueruela. “Hacía niebla, y frío, y honda noche / ribera del Moncayo. (…) Se prendiera / el corazón hirsuto de unos leños / y el aire, de repente, se hizo llama…” (En luna llena).

Fue mi educación sentimental. Mi ensayo progresivo para ir maridando alegría y dolor; mi formación universitaria, al albor de unos hermosos versos: “… La mesa, el pan de oro y un rayo azul de luna / en las miradas” (Rosendo Tello). Camino de Emús, acompañada siempre por otros peregrinos: familia, amigos, compañeros, profesores, maestros.

Y, junto con la luna de Nisán, se me dio comprender que la gente sufría; que la tierra gemía con dolores de parto prolongado, o interrumpido; y que yo misma a veces me partía por dentro. Sobre todo en la hora de la muerte de los seres queridos, transfigurada en aceite que embalsama. “Se rompieron los diques de todos los océanos, / se estremeció la tierra hasta su abismo último. / Y el útero sangrante de la luna se cerró para siempre” (Pájaros de silencio).

Y tenía que llegar. A finales del 22, en nuestra peregrinación a Tierra Santa: la entrada al amanecer, el Cenáculo, Getsemaní, San Pedro en Gallicantu, el Pretorio, la subida en sillas al Calvario, el Santo Sepulcro. Y retorné al origen. “Una extraña figura turbó la soledad: / en las manos llevaba una azada y su rostro / parecía sereno. / Se me quedó mirando fijamente a los ojos, / como alguien que me amara desde una luz antigua” (Flor de agua). La roca circular termina abriéndose, y es posible la paz.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 31 de marzo de 2024).

Eccehomos

Eccehomos

Fotos Basílica de Getsemaní o de las Naciones (Jerusalén)

Hasta en el Martín Martín y en el Rincón había semana palmitas de colores, para que los pequeños de la casa cuelguen sus caramelos y sus chuches. Sigue mandando la tradición. Y es que hoy, Domingo de Ramos, es fiesta grande. Jesús el Nazareno entra por la Puerta Dorada –siglos después tapiada por los musulmanes–, justo detrás la salida del sol, a Jerusalén, para unirse a los suyos y celebrar la Pascua.

Sin embargo, la lectura de este domingo es atroz, cruenta, escalofriante. De pequeña no la soportaba. Me cercioré en la Basílica de Getsemaní, contemplando el hermoso mosaico, de la oración en el Huerto y el prendimiento, que sirve de girola al altar. Se me clavaba cada espina de la corona en el alma. ¿Una niña hipersensible, solitaria y soñadora?

Se le venía todo encima. Hasta nuestra visita a la cisterna subterránea no conocía el tipo de martirio, por inmersión, ahogo, asfixia o desgarro muscular y pulmonar. Y luego los azotes con látigos de hierro que se incrustaban en las carnes, la subida al Calvario con un madero enorme, la Crucifixión. Su cuerpo y su rostro, fortísimo y tan bello, quedaron totalmente destrozados.

¿Cómo transmitir el primer anuncio de un Dios aparentemente fracasado? Pienso en tantos inmigrantes que no llegan a la costa, en los masacrados de las guerras y las mujeres y niñas violadas, en los hijos matados por violencia vicaria, en el anciano solo que se siente morir, en los discapacitados tirados en un rincón. Ellos, mientras les quede un hálito, no pierden la esperanza ni la sonrisa.

La piedra del sepulcro sabía a hierbas y preparados aromáticos, los ojos que lo vieron morir no se cerraron en la noche, su madre y otras mujeres velaban en silencio, la vida no podía parar. Siguieron amándose y procreando todas las criaturas.

No lo reconocieron. Solo al compartir los panes ácimos y el pescado de San Pedro del mar de Tiberiades. Su rostro volvió a transfigurarse ¡Era Él! Y cada uno de nosotros.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 24 de marza de 2024).

Los trenes de mi vida

Los trenes de mi vida

Foto Jesús Alba Enatarriaga

Falta mucho por hacer. Compañeros del Foro de Vida Independiente comentaban: “Estos servicios llegan a ser humillantes, con un trato vertical, autoritario e infantilizante. ¿Por qué tenemos que ir media hora antes que el resto a las zonas de embarque de aeropuertos y demás para hacer el checking?”. Mis recuerdos de infancia son felices: “Cogíamos el tren en plena noche. ¿O era a la tarde acaso? No sé. Pero cenábamos, conversaba mi madre, y la tía –siempre, o casi siempre, subíamos las tres–, con nuestros convecinos de vagón, pasábamos largos ratos en silencio, corridas las cortinas” (“Trenes en sepia y luz”).

Íbamos de Delicias a la Malvarrosa, naranjos, mucho sol, aroma a mar. Años después, el autobús de Auxilia, el viaje de estudios a Innsbruck, Taizé, Viena… Hasta no hace demasiado con Disminuidos Físicos de Aragón –hoy Discapacitados–, los buses no disponían de plataforma elevadora.

En avión, Mallorca, Roma, Tierra Santa… Te suben y desplazan hasta tu asiento en una sillita y, aunque como dice un amigo y denunciaba Pablo Echenique, “¿por qué la silla de ruedas viaja en la bodega del avión, con el habitual riesgo de que se dañe o vaya a la Cochinchina?”, yo me sentía flotando en cada vuelo.

Estos últimos años, con el AVE, el acompañamiento de Atendo desde antes del embarque a la llegada, la rampita con ruedas con la que te suben y te bajan, me venía la imagen de mis trenes de infancia, y del coche correo en el que viajaba mi padre, repartiendo las cartas, con su maleta de madera. “Por fin, esclarecía tras la lonilla leve, en la ventana. Y comenzaban a dibujarse los contornos: los asientos de escay, separados por altos cabezales; los viajeros, severos, cabeceando a veces en la penumbra; y arriba, el equipaje. Pasaba una vez más el revisor”. Algo hemos avanzado.

Y aun así, en muchos trenes solo hay un asiento H para sillas de ruedas; en otros ninguna. No puedes viajar con un amigo ni con un familiar también en silla. Que me lo expliquen.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 17 de marza de 2024).

Aborto versus feminismo

Aborto versus feminismo

Foto Ayuntamiento de Zaragoza / Heraldo de Aragón

Celebrábamos este viernes el Día Internacional de Mujer. Universidad y Ayuntamiento parecieron obviar las diferencias, abusos y el trato todavía humillante, y resaltar a la mujer en positivo. Y es que todos y todas hemos tenido madres, tías, abuelas, hermanas, amigas, compañeras, profesoras… que nos han marcado.

Sin embargo, está esa otra realidad. No hay duda de que las niñas son más vulnerables que los niños a una violación, aun en el entorno familiar. Cada vez más las jóvenes tienen menos autonomía en la pareja y más control. Tras una excelente formación sigue existiendo el techo de cristal. En cualquier guerra, las vejaciones femeninas son mucho mayores. La violencia de sexo y doméstica sigue a la orden del día.

En cuanto a las niñas y mujeres con diversidad funcional, ya no hay esterilización ni prohibición de voto en las adultas con discapacidad intelectual. Pero la violencia verbal, la falta de asistencia adecuada, abusos subrepticios y embarazos no deseados, mayor exposición al maltrato y dificultades añadidas para desarrollarse como mujer, madre y persona, son temas vigentes. La elección en la supervivencia de varoncito o hembra en según qué países se ha superado, pero ya apenas nacen niños con síndrome de Down.

Y en este contexto, se aprueba en la Constitución francesa el derecho al aborto. Mujeres de alma y cuerpo, que nos pertenecen por completo. No cabrían relaciones forzadas, prostitución a la fuerza y por engaño, ni si me apuran vientres de alquiler. ¿Parir un hijo para dárselo a otra?

La presidenta de la Asamblea de Versalles, una mujer. Y a la misma llegó el hijo de Simone Vell, superviviente de Auschwitz, ex ministra de Sanidad, que aprobara la primera ley de interrupción voluntaria del embarazo, y presidenta del Parlamento Europeo. Todo humanamente correcto. Si no olvidásemos un nimio detalle: la selección humana. El sacrificio de los niños con tara en el monte Tageitos, de los primogénitos en el torrente Cedrón, el nazismo anti semita o la superioridad del pueblo israelí sobre el palestino, tienen que ver con esto.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 10 de marzo de 2024).

Guerrera en paz

Guerrera en paz

Foto Europa Press / Contacto / Omar Ashtawy

Hace dos años, no nos creíamos que la guerra estallase en Europa, entre Ucrania y Rusia, poco antes hermanas. Nos conmocionaba cada cuidad, pueblo y edificio derruido, tan cerca de nuestras seguridades. Muchos lograron escapar, a los primeros fuegos, y tuvimos de vecinos a personas refugiadas como Natalia y Eugenia, mientras sus hermanos, maridos, padres, se quedaban obligatoriamente a pie de lucha. Y nos horrorizaba los hospitales y refugios bombardeados, y tantos niños masacrados, muchos de ellos bebés.

Seis meses ya que Hamás atacó una celebración festiva israelí, y mató indiscriminadamente a jóvenes y adultos tras la barra del bar, o en el camino de huida. Fue la gota que colmó el vaso, o la espoleta que disparó el odio de los dirigentes israelís contra el pueblo palestino, la franja de Gaza, el paso fronterizo de Rafah. Maternidades y hospitales como blancos preferidos, bajo la excusa de encontrar los túneles del grupo terrorista. Miles de civiles y niños masacrados. Se cerraron los lugares santos, Nazaret, Belén, Jerusalén. Yo apagaba la televisión. Allí, donde meses atrás, había descubierto el edén, me veía a mí misma muerta.

Guardo una simpática anécdota con Rosa Montero. Cuando la conocí en una de sus presentaciones en Zaragoza, en una de sus dedicatorias –le llevé varios libros– pondría lo siguiente: “A mi querida guerrera…”. ¿Habíamos coincidido en una vida anterior? Porque no se refería a la segunda y tercera acepción del diccionario: “Que guerrea. Que tiene genio marcial y es inclinado a la guerra”. Ni siquiera a sus sinónimos: traviesa, revoltosa, alborotadora, lianta, enredadora. Sino a mujer fuerte, valiente, aguerrida.

Y me sentí emocionada y desnuda, e identificada con Agua Fría de Temblor, Airelai de Bella y oscura, o Bruna Husky, la replicante de su trilogía. Y ahora, esta guerrera no comprende que queden cicatrices en las calles, los cuerpos y las almas; que aun en guerra se mate a quienes piden un poco de comida; que penda sobre nosotros y el planeta la espada de Damocles nuclear. Sería necesario para entenderlo una inteligencia demoniaca.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 3 de marzo de 2024).

Mi tractor amarillo

Mi tractor amarillo

Foto www.letras.com

“Tengo un tractor amarillo, / que es lo que se lleva ahora”. Cuando el grupo Zapato veloz estrenó esta canción en el 92 el campo estaba ya mecanizado. Hacía por lo menos décadas que el tubo sinfín subía automáticamente el grano del remolque al granero; y alguna más que las primeras segadoras habían sustituido a la hoz y la zoqueta. Los agricultores tenían sus seguros, por si no daba la cosecha.

Pero el campo seguía siendo duro y pobre. De sol a sol, y algunas noches a guardar la era. Siete días a la semana, sin descanso; como mucho, la misa del domingo y la brisca. Y aun así, algunos aldeanos, como mi abuelo, tenían hasta una vaca que les daba rica leche. “Tengo una vaca lechera, / no es una vaca cualquiera. / Me da leche merengada, / ¡ay!, qué vaca tan salada” (canción infantil).

Ordeñar, esquilar, cuidar los animales, las gallinas, los conejos, los cerdos, nunca fue fácil. Y menos si no llegan los ahorrillos. Escribía en mi primera novela, El ramito de azahar: “Y recoger la leña en el invierno, y acarrear las cinas, de chiquillos, llevar el almuerzo a Padre, hasta los montes, ir por agua a la fuente o echar a las gallinas”.

Lo heredé, me lo contaron, fui testigo. Siempre fue duro, por más que cantores y poetas idealizasen el cuido del campo y el ganado: “Tengo yo una ovejita Lucera / que de campanilla le he puesto un collar” (Pepe Mairena, pasodoble).

Hoy un tractor, por mucho GPS, no da para un descapotable; ni la vaca da leche condensada. Los productos del mercado suben, pero ni al agricultor ni al ganadero les llega una materia prima de calidad; y menos unas ganancias que le permitan mucho más que sobrevivir, autónomo como es.

Y con todo, siempre resurgen creadores que cantan la riqueza del fruto, en la noche de la luna y la miseria: “¡Al polo norte de tu limón amargo / desde tu altura azul, cociente higuera! / Al polo norte del limón subiera, / que no a tu sur, y subo sin embargo” (Miguel Hernández, Perito en lunas).

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 25 de febrero de 2024).

De El tronco familiar

De El tronco familiar

Foto imagen diseño de Immmperium Ediciones, basada en una  fotografía Jesús Alba Enatarriaga

Detrás, los surcos áridos, las lluvias, cada espera
que iría germinando crepúsculo a crepúsculo.
Por delante, el futuro más hermoso
transformado en ailanto,
el árbol de los cielos y del amor.
La eternidad sigue perteneciéndonos
redondamente plena, rebosante,
grávida de simientes y hojas frescas. No tendríamos
de temer jamás a los incendios.
Nos hicimos perennes, como el canto
del cisne y del pelícano.
Los ocres ya no duelen si se comparten.

(El penúltimo ocre)

Valentín y el matrimonio

Valentín y el matrimonio

Foto cartel de la película Priscilla

El pasado miércoles celebrábamos san Valentín de Roma, sacerdote y mártir, decapitado por Claudio II (siglo III d. C.) por casar en las mazmorras a los soldados y sus prometidas. ¿Seguiría enfrentándose hoy a las cabezas del poder?

La fiesta de San Valentín cobró gran relevancia en los primeros siglos de la Iglesia, dotando de valor religioso las paganas lupercales; y desde el amor cortés medieval al amor-consumo y sexo de nuestros días, ha pasado por múltiples variantes. Si Pablo VI la suprimió del calendario litúrgico, Francisco ha revalorizado el don sagrado de la entrega. El mismo que ha aprobado la Declaración “Fiducia supplicans” sobre la bendición de parejas en situación irregular: personas separadas, del mismo sexo, etc.

No es rito matrimonial. Siempre me cautivó la relación entre el poeta Manuel Pinillos y su musa eterna Margarita, casados primero por la Iglesia y años después por lo civil. Eso sería impensable en España desde el Acuerdo entre el Estado y la Santa Sede, de 3 de enero de 1979. “Los efectos civiles del matrimonio canónico se producen desde su celebración” (art. VI).

Y aquí entra la trampa y el cartón. Jóvenes viudos y viudas con hijos, o ancianos que vuelven a enamorarse, no tienen derecho a rehacer sus vidas. Les quitarían una de las pensiones.

Gran invalidez, pensiones no contributivas o dis-capacidades de más del 65%, son otros baremos. Para un matrimonio, su PNC común –dependientes y que no han podido contribuir a Hacienda–, es de unos 1122,20 euros mensuales. El SMI de una asistenta y sin Seguridad Social.

La prestación por Hijo a Cargo sí es compatible con el matrimonio, si eres mayor de 18 no incapacitado, con más del 65%, unos recursos básicos y convives con papá (según RD del 11 de noviembre de  2005).

Al final bendición, mucho más rentable, aunque permanezcamos en situación irregular, víctimas y pecadores del sistema. San Valentín y Jesús de Nazaret, el amigo del novio, no tenían prejuicios.

María Pilar Martínez Barca esdoctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna"., domingo 18 de febrero de 2024).

De Águeda a Valentín

De Águeda a Valentín

Foto Guillermo Mestre / Heraldo

Nos pasamos el año en un pienso y este ha venido bisiesto y redondito y. De los turrones de noviembre a las comidas navideñas; del mazapán, los champanes y el panetone, al roscón de Reyes; del ventolero y rosconero San Valero, a los dulces bendecidos por San Blas; de Santa Águeda al restaurante, a falta de bolsillo para joyas, en San Valentín.

Y da igual si las navidades nos pintan la sonrisa algo triste y nostálgica; nos inclinemos más a la “res” pública que a los Magos de Oriente; y obviamos la historia de Valero, de Blas o las lágrimas del Etna por la mujer casta y ultrajada. Jamás olvidaremos la nata, el chocolate ni al conde de Salchichón.

Porque además, esta próxima semana San Valentín, el médico y obispo que casaba a los novios a contra orden en época romana, coincide con Miércoles de Ceniza. Y mientras enterramos la sardina, y vamos despidiendo a don Carnal para recibir a doña Cuaresma, los chicos y no tan chicos podemos seguir disfrutando del Carnaval.

Desde el pasado jueves, música, disfraces y el popular dicho aragonés: “Jueves Lardero, longaniza en el puchero”. Asada o frita, en bocadillo o ensalada; con calamares, gambones, arroz, costilla o quesos. En Soria, con huevos, torrezno y choricillo; en La Rioja, bollo preñado de chorizo; en Guadalajara, más típica la tortilla; la butifarra catalana; el hornazo andaluz…

Ya no se lleva comer pescado los viernes de Cuaresma. A no ser por tradición y dieta alimenticia sana. La Iglesia y sus líderes, incluido el papa Francisco, y todo el Pueblo de Dios, cambiamos con los tiempos. Desfacedor de abusos, artífice del Sínodo de la Sinodalidad, amante del cine aragonés –ahí está “Teresa”, de Paula Ortiz–, acogedor de todo tipo de parejas que lo sean por amor. Hace mucho que el pulvis –eris latino se cambió por conversión.

Sigamos disfrutando, cada cual a nuestro modo, de San Valentín; de esta nueva Cuaresma que nos a un renovado camino de esperanza, hacia la Pascua; de los gusto culinarios y recetas de cada época. ¿Desde cuándo es pecado ser feliz?

María Pilar Martínez Barca
doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 11 de febrero de 2024).

Zaragoza accesible

Zaragoza accesible

Foto Jesús Alba

Si retrotraigo la mirada unas décadas atrás, me veo en un silloncito de plástico aprendiendo la cartilla, en un cuarto piso de la calle Delicias, sin ascensor. Los niños sentaditos, o con alguna circunstancia añadida al hecho de ser niño y dependiente de mamá y papá, no íbamos al colegio. Demasiadas escaleras, apenas profesores que rompieran una lanza por nosotros.

Tampoco llegué a ir al instituto, ilusionada como estaba. Auxilia y el INBAD suplieron la carencia, y, ya en la Universidad, la rampa empinada y asesina que comunicaba con Filología salvó las escaleras imposibles de Filosofía y Letras. Para acceder al campus había que subir algún que otro bordillo, y a falta del Centro de Apoyo a la Discapacidad, los compañeros me subían al Aula Magna 2, me bajaban al sótano, me cruzaban al Interfacultades o al ICE. Parece la prehistoria.

Ni en teatros ni en cines se dejaban espacios para sillas o personas de menor movilidad, a nadie se le ocurría poner rótulos bajos en las exposiciones, y lo normal eran bares y locales con escalón de mínimo medio metro para no dejar entrar el agua de la lluvia.

Más fácil cambiar los corazones que urbanizar las calles de la ciudad. Cuando empecé a salir con mi pareja, de Avenida Valencia al centro, por no citar los barrios perimetrales, todo aceras sin rebajes. Mi silla electrónica era vehículo de calzada, cuando aún no se habían inventado los patinetes ni los carriles bici.

Poco a poco, los distintos partidos consensuaron, según las necesidades ciudadanas. Nueva acera en obras, bajadas simétricas de bordillos, zona de baldosas rojas para bastones. La Expo 2008 supuso un punto de inflexión, pese a que al principio no hallásemos un triste ascensor y hubiera que justificar la discapacidad con un carnet –ir en silla no valía–.

Se hicieron más visibles puntos braille en edificios y espacios públicos, bandas amplificadoras de sonido, bastones roriblancos para sordociegos. Los pictogramas de lectura fácil se fueron imponiendo y normalizando paulatinamente.

La nueva ordenanza de accesibilidad del pasado año ha sido todo un logro. Vamos ganando pasos sobre ruedas. Nuestra alcaldesa, Natalia Chueca, recibía el Premio Nacional de Discapacidad Reina Letizia, por un Zaragoza “amable, accesible, diversa, inclusiva”. ¡Estamos de enhorabuena!

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 4 de febrero de 2024).

Valero, cabeza de Aragón

Valero, cabeza de Aragón

Foto https://zaragenda.com

Estamos todavía en la primera fase o fase débil de la AI, o inteligencia artificial, según Rosa Montero. Podemos visitar un museo, la basílica del Pilar, la catedral de  La Seo o el Parque Grande. Podemos hacer un viaje virtual, crear efectos especiales en La sociedad de la nieve o intentar ganarle al robot ajedrecista. Hay aplicaciones positivas, como en la medicina, las máquinas y recursos que nos sirven para vivir mejor, la domótica.

Y ha empezado a crearse una portada, un gráfico, un libro entero por la combinación permutatoria de vete tú a saber qué cifras y logaritmos. Y artistas y editores temen ya por la integridad de sus derechos y su obra.

Es solo el principio. En una carrera hacia la generalización y la superinteligencia, los drones que nos traigan el pan se mezclarán con los coches autónomos y los clic que se incrusten en el cerebro, como hoy las gafas o los audífonos.

Ante esa tesitura, y antes que sea demasiado tarde, me gustaría descubrir por una secuencia de ADN, el cúbito o un huesecillo del cráneo, la personalidad de San Valero y el contexto histórico que le tocó vivir.

¿Fue realmente diverso funcional, con problemas de habla como Demóstenes?  ¿Por qué no fue condenado en Valencia? ¿Cómo se desenvolvió en el concilio de Elvira, Granada? ¿Cuál su misión en Roda? ¿Exasperaba a Diocleciano?

La casa de Rosalía, Valldemosa y Chopin, el  Monasterio de Yuste como retiro de Carlos V, la Encarnación, Tierra Santa… Siempre tuve facilidad para ponerme en los muros y en la piel de quienes allí habitaron, sin más inteligencia sentimental que la mía propia, condimentada de historia y fantasía.

Es bueno saber navegar por las redes, aprender tecnología punta, abrirnos a la última y a caminos nunca antes imaginados. Pero una generación que jugó en la calle, con balones, palos y muñecas que no lo hacían todo, tiene mucho que enseñar. En tiempos de Valero tampoco habría muchas técnicas más allá de su propia voluntad y su tesón. No necesito mucha inteligencia artificial, sí empatía. Mañana, en su fiesta, que podamos compartir un buen roscón.  

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 28 de enero de 2024).

La sociedad del fuego

La sociedad del fuego

Foto Netflix / Heraldo

Veía el otro día “La sociedad de la nieve”, de Juan Antonio Bayona, excelente y estremecedora película sobre la tragedia de los Andes, vivida por un grupo de jóvenes jugadores de rugby uruguayos en 1972. Nominada a varios Óscar, grabada en Sierra Nevada y con los mejores efectos especiales de empresas Zaragoza y Huesca, la historia humana que relata siempre me impresionó.

Que de 43 pasajeros en el avión sobreviviesen 17 me ha hecho reflexionar esta semana. Al accidente aéreo se iría uniendo el frío, la falta de bebida y alimento, el progresivo deterioro de los órganos que produce el orín negro, la embestida de aludes y el enterramiento que provoca el deshielo, las heridas por congelación. Una situación humanamente límite que nos lleva a otras muchas tragedias de este 2024 recién nacido.

Israelíes y Hsmás se siguen aniquilando sin piedad ni ley de guerra alguna. Rusia administra narcóticos a sus soldados y así masacrar con la conciencia limpia al enemigo. EE. UU. y Reino Unido destruyen misiles de los hutíes yemeníes, que intentaban barrer e incendiar el Mar Rojo. Jóvenes periodistas iraníes son represaliadas bajo pena capital por no vestir con decoro el hiyab; mientras Pakistán arremete contra Irán por humanitarismo y en defensa propia. Irán ataca objetivos del EI en Irak y Siria. ¿Apretará Corea el botoncito?

La mancha roja e inflamada llega a Latinoamérica. Guatemala elige presidente enfrentados pueblo y congreso. Ecuador ha de vérselas con los narcos. ¿Superará Argentina su debacle económica? Venezuela en su hundimiento de lustros. Salpica y nos salpica. En Europa se mata a niños palestinos; y a Cataluña y Mérida nos llegan células yihadistas. Y la UE no se moja, es cuestión de sillones aquí también.

Y una en su ignorancia se pregunta: ¿Qué hay detrás? Y vislumbra miseria, epidemias, hambrunas, llanto y muerte de niños que deberían estar jugando y divirtiéndose. Y situaciones límite donde se es capaz de todo. Hasta donar tu propio cuerpo, tus propias vísceras, para que el otro viva. Y comer  de tu amigo para sobrevivir.

“No hay amor más grande que el que entrega la vida por sus amigos”, escribe en la película uno de los protagonistas, que también perece. ¿A qué nos recuerda en nuestra tradición judeocristiana? En situaciones límite sacamos lo peor y lo mejor de nosotros mismos. A no ser que esta sociedad del fuego y la violencia nos destruya definitivamente, como el volcán Fagradalsfjall de Islandia cuanto toca.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 21 de enero de 2024).

Ciudadanos con dis-capacidad

Ciudadanos con dis-capacidad

Foto www.mpr.gob.es

“Los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos”. Así reza el artículo 49 de la Constitución española, de 29 de diciembre de 1978. Aún no tenía yo la mayoría de edad.

Cursaba por entonces segundo de BUP en el INBAD, ayudada por los profesores voluntarios de Auxilia. Uno primeros logros en mi currículum, un larguísimo camino por recorrer.

Nadie teníamos móviles, redes sociales ni Internet; me examinaban oralmente y con mi vieja máquina eléctrica, que ahora reposa tranquilamente en el pueblo. Ha sido en la última edición digital del Diccionario de la lengua española donde he consultado el término ‘disminuido’: “Que ha perdido fuerzas o aptitudes, o las posee en grado menor a lo normal”. Sus sinónimos dejan que desear: reducido, encogido, minusválido, discapacitado.

La mayoría de nosotros, sentaditos o con bastones, cuando no todavía ‘subnormales’, cobrábamos la LISMI, una pensión con la que no llegaba ni para pipas. Lo de Hijo a Cargo para padres, con un menor o mayor con discapacidad en la familia, vendría después, con Mariano Rajoy como ministro. Y se fue imponiendo, tras mucho llover, la palabra ‘discapacidad’: “Situación de la persona que, por sus condiciones físicas, sensoriales, intelectuales o mentales duraderas, encuentra dificultades para su participación e inclusión social”.

En la propuesta de reforma del artículo 49, de 11 del 5 de 2021, que este mes prometen aprobar PSOE, PP, Sumar y demás fuerza, leemos lo siguiente: “Los poderes públicos realizarán las políticas necesarias para garantizar la plena autonomía personal e inclusión social de las personas con discapacidad. Estas políticas respetarán su libertad de elección y preferencias…”.

Se velará por nuestros derechos y deberes. “Se atenderán particularmente las necesidades específicas de las mujeres y niñas con discapacidad”. Y aquí las feministas guardan silencio. El Movimiento de Vida Independiente habla de personas con diversidad funcional, superado el modelo médico rehabilitador. Espero comerme el roscón de San Valero con la propuesta consensuada.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 14 de enero de 2024).

El árbol de la música

El árbol de la música

Foto https://auditoriozaragoza.com

Ayer despedíamos la Navidad con la celebración de la Epifanía o fiesta de los Reyes Magos. Si bien la Iglesia recomienda no desmontar los belenes domésticos hasta mañana, leído el pasaje del Bautismo del Señor; y según algunos hasta la Candelaria o Presentación del Niño en el Templo.

Sea como fuere, desde el año pasado en Tierra Santa, me cuesta menos visualizarme en las escenas del nacimiento y la vida de Jesús, como aconsejaba San Ignacio de Loyola. ¿O lo aprendí en las pascuas juveniles? ¿O al releer y recrear los escritos sobre el Evangelio que Ana María Cortés publicaba en la Hoja Diocesana, cuando preparaba mi poemario Flor de agua?

Me veo pastorcilla en el Campo de los Pastores, sorprendida, asustada y temerosa, ante el relámpago. “Hoy os ha nacido…”. ¿Un niño en un pesebre de piedra, como los corderillos sin desperfecto alguno, que han de sacrificarse en el ara del Templo? ¿Y aquella luz íntima y misteriosa, cometa o astro, de las noches precedentes? ¡Qué extraño resultaba todo aquello!

Antes vendría Juan, al que apodamos el Bautista, porque bautizaba en el Jordán. Vestía pelo de camello y un sencillo cayado. Yo estaba allí, escondida entre las mujeres que lo seguíamos, tullida y pequeña de estatura, intentando ver. Ni siquiera pude subirme al sicómoro, luego, cuando Jesús, como mi hermano Zaqueo. Mi condición y mis fuerzas no me lo permitían.

Bien podría ser una novela histórica, inspirada en los textos bíblicos, algún relato de Flavio Josefo o la rehabilitación de espacios y escenarios hechos por Santa Helena, madre de Constantino. Historia Sagrada, que antaño se decía, germen de tantas obras literarias, pictóricas, musicales… de El Mesías de Händel a los villancicos del Concierto de Año Nuevo en nuestro Auditorio.

Historias tan reales como presentes. Hoy artistas, creadores y público con dis-capacidad seguimos con dificultades para actuar y ver, ya sea en el Árbol de la Música del parque Labordeta, ya en el Auditorio. Las normas de seguridad nos relegan a sillas y bastones al espacio de atrás, junto a luz y sonido, de escasa o nula visibilidad.

Sería tan sencillo como vendernos a los sentaditos la primera fila de 26 butacas. Y no he visto a Sus Majestades trayendo ese presente. Ni me veo subiéndome a una higuera para ver.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 7 de enero de 2024).

Balance y perspectiva

Balance y perspectiva

Foto www.amazon.es

Comenzaba el año con una trilogía de sueños nunca imaginados: terminaba de volver de la Tierra Santa de las tres grandes religiones; me entregaban el Premio Moisés Calvo, del Centro Soriano de Zaragoza, a la trayectoria humana y profesional; publicaba mi primera novela, El ramito de azahar, durante tantos años concebida, escrita y esperada.

Soria, Madrid, ferias del libro… Nuevas amistades y lectores, junto a amigos de siempre y, cosa curiosa, distintas generaciones del pueblo de mis padres, Velamazán, que se reunían bajo un tácito acuerdo para mostrarme su callada admiración, ¿cuándo antes soñada?

Ana Alcolea, D. Vicente Jiménez Zamora, Antón Castro, José Luis Gracia Mosteo, Rosa Montero, César Ibáñez París… serían solo algunos de los maestros de ceremonia, reseñistas, compañeros en viajes tan hermosos. Junto a Verbum Ediciones y el Club de Lectura del Grupo Social Once, donde presentamos la versión en braille.

Profesores de Auxilia y del Imbad; amigos de esos que siempre permanecen, pese a la distancia y las diferencias; coperegrinos de las hospitalidades de Jesús de Nazaret y de Lourdes; universidad, parroquia, diversos grupos de trabajo… Y los encuentros inesperados, como esa señora que cocina y sirve las comidas en el restaurante de Almazán. ¿Y tú qué tienes?, me preguntó de pronto. Ella, familia numerosa y un hermano con síndrome de Down y parálisis cerebral.

Luego vendría la meseta, o casi. Si no hubiera por la Medalla de Oro, junto a mi pareja, en la peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Lourdes; el reencuentro con Ignacio Cendoya, el cura que me dio la primera comunión; la escapada con los amigos al valle del Baztan (monte Irati, señorío de Bertiz, Zugaramundi, pueblitos del sur de Francia); la celebración del III Certamen de Relatos Breves Villa de Velamazán tras la pandemia; la Ofrenda de Frutos vestida de piñorra; la comida familiar de alubias en una bodega de Tolosa, “txistularis” pasando, y la visita nocturna a la Concha.

Vendrían valles y descensos: las barreras que hay que sortear todos los días, las lacras de mis padres, nonagenarios, la desesperanza. En Navidad nos reunimos todos, padres, hermanos y sobrinos, se iluminó la casa y las guerras parecían tener final.

Este año, Cada otoño migran las golondrinas, mi segunda novela, y algo de poesía, para nutrir el alma y la esperanza. ¿Sueños en perspectiva o realidad tangible? No es polarizar.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 31 de diciembre de 2023).

Vivir para crear

Vivir para crear

Foto www.elnacional.com

“Estamos envueltos en gruesas capas de pólvora y cemento”. Lo escribía el poeta, profesor de literatura inglesa y académico gazatí Refaat Alareer, asesinado la semana pasada en la contienda, junto a la hermana y sus hijos por cantar la verdad. Y lo comparaba con el levantamiento de los judíos de Varsovia de 1943, en la Polonia ocupada por los nazis. Los monumentos en el barrio judío de Berlín son impresionantes, por las  fotografías que me enviaba mi amigo desde allí este pasado puente.

Por esos mismos días era derruida la Mezquita de Al Omari, la más grande y antigua de la Gaza histórica, iglesia bizantina en el siglo V; la de Otman Bin Qashqar, edificios del patrimonio cultural, editoriales, bibliotecas o el archivo del Ayuntamiento.

Las ruinas de Palmira, tantas bibliotecas y monumentos destrozados en la II Guerra Mundial, el Guernica de Pablo Picasso y tanta pintura oculta en nuestra Guerra Civil, la iglesia de Belchite, toda la cultura expoliada y destruida en la guerra de Ucrania, las tradiciones autóctonas que masacran otras veinte contiendas ahora mismo en el mundo… Son patrimonio humano universal.

También del 6 al 10 de diciembre Miguel Ángel Berna iniciaba su despedida con “Rematadera”. Jota, danza, ballet… “Mudéjar”, “La Dolores”, “Rasmia”, “Crónica del Alba”… Todo su cuerpo tiembla y nos estremece; cruje como los árboles y nos hace tremolar. Pies, piernas, tronco, brazos, manos, se elevan al infinito. Sus castañuelas bailan, gimen, se contorsionan o embelesan. Se siente que lo vive desde el alma.

Una llama que de tanto arder sí que puede extinguirse en este preludio íntimo de Navidad sin Belén, sin árbol con estrella en la plaza del Pesebre, mercadillo, bandas musicales ni peregrinos católicos, ortodoxos, armenios, luteranos, siriacos, etíopes, coptos o melkitas. Este año, nuestros villancicos no alternarán con el almuecín.

Como las mujeres presas, lectoras o escritoras, en el gulag ruso; como Viktor Frankl o Irene Nemirovsky en los campos de concentración, escribir para crear, para sobrevivir.

“Si he de morir, que traiga esperanza, que sea un cuento”, escribía Refaat Alareer pocos días antes de morir. Crear y criar del latino “creare”; creer y credo, de “credere”. Nuestro destino último como humanos. La cultura nos lleva a renacer.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 17 de diciembre de 2023).

Esperanza

Esperanza

Ein Karem, casa de Juan Bautista, montañas de Jerusaén. Foto Jesús Alba

Adviento, del latín adventus, significa ‘llegada’, y según el Diccionario de la lengua española “En algunas Iglesias cristianas, tiempo litúrgico de preparación de la Navidad, en las cuatro semanas que la preceden”. El pasado día 1 Zaragoza encendió todas sus luces, preámbulo de unas fiestas gozosas para chicos y grandes. Fuegos artificiales, el discurso de la alcaldesa, la coral, inauguraron unas navidades prometedoras.

El árbol de los deseos frente al Ayuntamiento, la gran bola iluminada en San Juan de los Panetes, los doce almendros en la plaza Europa, la estrella en el puente de los Cantautores del parque Labordeta, los belenes 3D en toda la ciudad, el juego interactivo del belén de la plaza del Pilar, el Mercado Central, el Cuento de Navidad interpretado por los Infanticos… También las grandes superficies, El Corte Inglés, Aragonia, se encendieron para acompañar el encargo a los Reyes, la cena con amigos, una buena película.

Sin embargo, este año no me siento feliz. Los padres custodios de los Santos Lugares han cerrado Bethlehem, la basílica de la Natividad, la pequeña puerta no apta para camellos, la escalinata estrecha en recoveco por la que nos bajaron, en sillas de ruedas y con nuestras capacidades peculiares, a la gruta de la Estrella de los Magos y el Pesebre de piedra donde dicen nació el Niño Jesús. Allí tuvimos un momento íntimo de oración la Hospitalidad Jesús de Nazaret.

Ahora, multitud de sagradas familias continúan huyendo a Egipto por Rafah, para intentar evitar el genocidio, la matanza de los inocentes y sus padres, el castigo sin vuelta del torrente Cedrón. Y ya no sabemos si se trata de cruzada, intifada, o venganza ojo por ojo de raigambre hebrea. Es el descenso al infierno, la noche más oscura de la humanidad.

El pasado domingo, 3 de diciembre, Día Internacional de la Discapacidad, fui invitada a una eucaristía preparada por la Mesa de la Discapacidad, del Apostolado Seglar de Zaragoza, en la parroquia del Perpetuo Socorro, donde van fraguándose iniciativas como el Centro de Escucha San Camilo. Me encontré con antiguos amigos y compañeros del mundo de la diversidad funcional, y de Nuestra Señora de Begoña, mis raíces. Saltaron chiribitas. Hoy domingo encendemos la segunda corona. Mantengamos prendida la lámpara y la luz del interior.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 10 de diiembre de 2023).