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La lampara encendida

La pintan calva

La pintan calva

Foto https://dedioses.net

En los emblemas y grabados medievales, a la Ocasión, compañera inseparable de la diosa Fortuna, se la representaba con un único mechón de cabello, por eso de “agarrarla por los pelos”. Han cambiado las formas, la expresión artística de lo que nos preocupa y nos place. En el fondo, seguimos aferrados a la deidad romana, echando a uno y otro número de lotería, por si acaso, y más en Navidad.

Y si no, ¿a qué jugar tanto con las unidades, decenas y centenas? Es decir, con las cifras. Algunos han apostado por el 120-35. Pero aún no sabemos si va a ser el número de la suerte o, por el contra de la Mala Fortuna, con su icono de mujer subida en una nave sin mástil ni timón, con las velas rasgadas por el viento.

Tardaremos unos días en saber si el número 7-5-3-2-2 estaría entre los premiados. Aunque también depende de las terminaciones 8 y 13, que a su vez van acompañadas de siglas complejísimas que casi nadie entiende, como JxCat o ERC. Un auténtico maremágnum o piélago  que ni la propia benefactora de la prosperidad, con su gran cuerno de oro, sus pies alados y su rueda, podría navegar segura.

Y todavía hay más. ¿Qué rumbo tomarían las ecuaciones 8 GP (Grupo Plural) + 4 GM (Grupo Mixto)? Porque la diosa más caprichosa del Olimpo no es precisamente la dios de la sabiduría o del buen gobierno, sino a menudo Fortuna Dudosa o Fortuna “Brevis”.

La adoración no se retrotrae a la cultura romana ni al medioevo. Me quedaba helada haciendo una somera búsqueda en Google. Hay páginas y páginas dedicadas a atraer la riqueza, el éxito y la felicidad a través de Fortuna. En el hogar que desee prosperar, se le debe poner un altarcito minuciosamente preparado. La imagen de la diosa, mantel dorado o rojo, velitas de colores, aromas frutales, incienso del bueno, dulces, licores, café –la diosa se alimenta espiritualmente–, flores y hierbas frescas, piedras preciosas, oro, billetitos, monedas y tarjetas de crédito…

“El altar debe estar siempre puesto, y dedicarle un tiempito también para atenderla a ella, como una gran dama, como una gran señora, y con mucho respeto”. ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Cambiar al Niño Jesús, después de dos mil años, por el becerro de oro? Aunque, visto lo visto, cabe preguntarse: ¿Habrá algún altarcito en la Moncloa, junto al colchón matrimonial? ¿Y en las cárceles? Vivir para no ver.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", sábado 21 de diciembre de 2019).

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