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La lampara encendida

¿Truco o trato?

¿Truco o trato?

Foto https://letsgofiesta.com

 “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”, película taquillera del 92, de Manuel Gómez Pereira y protagonizada por Verónica Forqué y Jorge Sanz –el eterno niño de Crónicas del alba–. Entre erótica y vodevil de enredo, ¿quién la recuerda?

El pasado septiembre, hacíamos un paréntesis de relax en Huesca, ciudad bella y mágica, y, tras disfrutar las maravillas arqueológicas en su museo, decidimos degustar las culinarias en la terraza de La Zarza. Rabo de toro, tarta especialidad de la casa… Íbamos por la ensalada césar cuando estalló la conversación.

“Debes ser fiel a tu pareja, porque, aunque tú no creas, hay un Dios y un final en el que serás juzgado”. Era Clara, una joven de color que disertaba animada sobre sexo, amor y matrimonio, con otros cuatro compañeros. Dos mesas más allá. No llegarían a bachilleres.

El padre de una de ellas debió contraer segundas nupcias, y a los chicos les dio por estrujarse el coco con el tema. “El matrimonio puede ser civil, y entonces solo tienes que comprometerte con tu chico. Hacer feliz al otro y nada más”, defendía Ana. “Pero los votos serán siempre sagrados”, añadía Toñi.

Los chicos, Luis y Alberto –nombres figurados–, eran algo más retraídos, aunque tampoco perdían baza en conversación tan suculenta. “Es que no es lo mismo casarte por la Iglesia que por lo civil”. Mamá gata y papá gato, secundados de sus hijitos, daban una y otra vuelta, en busca de unas migas caídas de las mesas de los comensales. “Si te casas por la Iglesia, haces votos con Dios. Si es por lo civil, los haces con el Ayuntamiento”.

Diversos cuadros naif colgaban por las paredes, alternándose con macetas de diferentes plantas. “Lo importante es el otro, hacerle feliz”, insistía Ana. Una higuera madura daba abrigo y más color al debate. Y tuvo que volver Clara a sorprender a todos: “Lo importante son tus creencias. Cuando Dios te llena tanto, no puedes engañar al otro, se te quitan las ganas hasta de follar”.

Sin duda, la chica no había vendido su alma al Diablo, como el irlandés Jack O’Lantern; ni vagaba entre el bien y el mal. No habían ahondado, tan jóvenes, en el meollo de la unión. ¿Truco o trato? ¿O iban más allá?

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 31 de octubre de 2021).

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