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La lampara encendida

Pepe Nerín

Pepe Nerín

En los años 80 estábamos en plena transición política y de sueños. Un camino de ida en el que la liturgia se entremezclaba a veces con el Himno a la Alegría de Miguel Ríos y el Canto a la Libertad de Labordeta. No acuciaba la crisis, y si no había formas para la Eucaristía en pleno monte servía comulgar con pan de molde, que nadie se rasgaba ningún velo.

Lo conocí en una pascua juvenil. Jesús –nos explicó– quiso lavar los pies por hacerse cercano a sus amigos. Después coincidimos en la parroquia y descubrí su web: www.pepenerin.net, “En carne viva”. No ha dejado jamás de sorprendernos. Accedió a responderme a unas preguntas para la revista Humanizar. Sencillamente delicioso.

“El 15 de junio de 2009 me practicaron una colonoscopia y descubrieron que tenía cáncer de colon. Estoy viviendo una experiencia nueva, la experiencia de la debilidad y la enfermedad.

”Quiero contar mi experiencia en un hospital durante unos cuantos días, para ayudarnos a afrontar esa otra cara de nuestra existencia a la que no solemos dar publicidad. Soy partidario de la claridad, de no cambiar de nombre a lo que ya lo tiene, de mirar al dolor de frente y con respeto”.

–¿Alguna otra novedad? –nos preguntaba al terminar la misa–. Era el momento de compartir fechas de cumpleaños y problemas, eventos y alegrías. En su blog describía las caras de la gente, cada ingreso, la intervención quirúrgica… un montón de anécdotas. “Y tras ello llegó el momento clave: la entrega del pijama, de un color claro indefinido y que pronto tuve que cambiar porque no era de mi talla, añadiendo a mi enfermedad ridiculez”.

Ternura, humor, realismo, belleza “incluso en los momentos críticos”. Le dio serenidad afrontar el problema y no centrarse en sí. “Cuestión de tiempo y de paciencia, de aprender a convivir con mis nuevas circunstancias, sin prisas, saboreando un ritmo distinto, asumiendo mi dependencia”. Leemos en una de sus últimas entradas (del 7 de septiembre): “¿Con qué actitud nos situamos en la Iglesia? A mí me da la impresión de que muchas veces predomina la rutina: de nuevo preparar las catequesis, empezar las reuniones con los grupos, poner en marcha toda la maquinaria tras unos meses de funcionar bajo mínimos. No precisamente la actitud y la mirada de Dios que hace nuevas todas las cosas”.

“Morir no es más que cambiar de habitación”, escuchaba hace poco. Seguimos acompañándonos y tecleando juntos las páginas del blog. Hasta muy pronto, Pepe.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Día a día", jueves 15 de noviembre de 2012).

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