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La lampara encendida

La Ley Gallardón

La Ley Gallardón

Foto: National Geographic

“Excepcionalmente, podrá interrumpirse el embarazo por causas médicas cuando concurra alguna de las circunstancias siguientes: […] b) Que no se superen las veintidós semanas de gestación y siempre que exista riesgo de graves anomalías en el feto […] c) Cuando se detecten anomalías fetales incompatibles con la vida y así conste en un dictamen emitido con anterioridad por un médico o médica especialista, […] o cuando se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable” (Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo).

Vida Independiente alertó del aborto eugenésico: “Tras la lectura de dicho documento, el Foro de Vida Independiente, un grupo considerable de ciudadanos con derecho al voto y que llevan años luchando por la igualdad de oportunidades y una vida digna, ha redactado un informe paralelo en el que expresa su preocupación ante la posibilidad de que, con la nueva normativa, puedan violarse los derechos de miles y millones de personas con diversidad funcional […] La pluralidad de la sociedad española está representada en los miembros del Foro, por lo que este, en su conjunto, no se posiciona ni a favor ni en contra de la interrupción del embarazo”.

Pablo Echenique-Robba, entonces miembro activo del Foro, colaboró en su redacción. No es cuestión de creencias que el óvulo tarde tres horas en dividirse en dos, cinco días en noventa células y que a las doce semanas sea ya un feto humano con corazón, cabeza –el cerebro se formará después–, orejitas de gnomo, tronco, extremidades y sus diez dedos.

Con motivo del Seminario Internacional de Acción Mundial de Parlamentarios y Gobernantes por la Vida y la Familia –dieciséis países europeos–, celebrado en el Congreso la semana pasada, escuchaba a una profesional de la Neonatología: “No hay anomalías incompatibles con la vida, simplemente vidas cortitas. Conozco experiencias preciosas de padres que acogen y despiden a la vez a su bebé”.

Mi nuevo sobrinito, a sus veinte semanas de gestación, puede chuparse el dedo y taparse el rostro ante las molestias del ecógrafo. Y una se pregunta: en lugar del aborto, ¿por qué no la adopción?

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 11 de julio de 2014).

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