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La lampara encendida

La primera Eva

La primera Eva

Sahlework Zewde en su toma de posesión en Addis Abeba.

Foto Tiksa Negeri (REUTERS) - El País

Indira Gandhi, Rigoberta Menchú, Malala, Asia Bibi. Algo nos suenan. Joyce Banda, Ellen Johnson-Sirleaf, Sahlework Zewde, ni por el forro. La última de rabiosa actualidad, pese a nuestra ignorancia y cerrazón de ojos.

Políticas, víctimas y activistas, premios Nobel reconocidas. La pasada semana, Sahlework Zewde se convertía en la primera presidenta de Etiopía, tras sus cargos de directora general de la ONU en Nairobi y representante especial de su secretario, António Guterres, ante la Unión Africana.

Asia, África, América… Dicen que los primeros homínidos y hominidas provenimos del continente negro, y que todas y todos estamos cortados con el mismo patrón. “Si alguien piensa que hablo mucho sobre mujeres, que espere a escuchar todo lo que tengo que decir. (…) Cuando no hay paz en el país, las madres se sienten frustradas, por lo que tenemos que trabajar a favor de la paz por el bien de nuestras madres”, declaraba la nueva presidenta Etíope.

La premio Nobel de la Paz Ellen Johnson-Sirleaf fue la primera jefa de Estado en un país africano (Liberia, 2006-2018); la segunda, Joyce Banda, que dirigió el destino de Malaui (2012-2014). Directora de Asuntos Africanos en el Ministerio de Relaciones Exteriores, embajadora en Francia y Yibuti, Sahlework Zewde es consciente de lo mucho que falta por hacer.

El movimiento #Metoo, en África, todavía con menos fuerza todavía que en EE. UU. y Europa, va denunciando los abusos sexuales y el “apartheid profesional” contra muchas mujeres. Y en un descampado de Guediawaye (afueras de Dakar), está La Casa Rosa, único centro especializado para niñas y adolescentes víctimas de violaciones en Senegal. “Muchas veces son los padres, los tíos, los hermanos, la gente que frecuenta su casa quienes las han violado”, asegura su directora.

Pobreza, promiscuidad, creencia de que el hombre puede poseer a la mujer… Los abusos dentro del matrimonio no son delito. En la República Democrática del Congo la violación es un arma de guerra; en Sudáfrica una mujer es violada cada 26 segundos.

Para muchas feministas africanas hay importantes desafíos. Uno de ellos, acabar con la mutilación genital. Mientras tanto, ¿costillicas de Adán?

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 9 de noviembre de 2018).

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