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La lampara encendida

Belenes

Belenes

Foto M. A. M. B.

Recibo de todos los estilos. Imitación a madera o grabado, copia de pintor clásico; naif, de corte bizantino o icono de Taizé –ahora que miles de jóvenes de diversas confesiones cristianas se reúnen en Madrid–. Las que más me llaman son las que producen extrañeza: un portal de palillos sobre una cartulina, con tres figuras negras; o un niño recostado en un pequeño colchoncito tendido en una hamaca. ¿Nicaragua? ¿El Salvador?

Las felicitaciones navideñas en papel, cada vez más escasas y emotivas, son trasunto de la representación del belén tradicional. Creado por Francisco de Asís la Nochebuena de 1223 en la ermita de Greccio (Italia): un pesebre con el buey y la mula, sin niño. Y de pronto el asombro: el señor del lugar “aseguró que vio un hermoso niño dormido en el pesebre, que el padre Francisco cogió en sus brazos y lo hizo dormir” (San Buenaventura, “Legende de Santi Francisc”).

Le precedieron Isaías, los evangelios apócrifos o las catacumbas de San Sebastián de Roma –siglo IV–. “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne” (Is. 1, 3). En el siglo XV se generaliza la costumbre (París, Alcorcón, Siena o Lisboa); aunque hasta el XIX, con la tolerancia religiosa, no se hace universal. Cataluña, Murcia y Madrid serían pioneros.

Y llegan nuevas voces del Sur: “Navidad de papel, Navidad de cartón, / Navidad de estrellitas y lucecitas de color. / Esta es una navidad de fantasía nada más, / pero hay otra Navidad que es la de Dios”.

Bíblicos, anacrónicos, populares, artísticos, vivientes o animados. Barbastro, Estadilla –120 figurantes– o Monzón –con 8000 figuras–, la Diputación de Huesca o la Casita de Blancanieves en el parque Miguel Servet; Teruel y Albarracín; y en la capital zaragozana, la plaza del Pilar, la Casa Amparo, el sumergido del Acuario o el de Playmobil de Aragonia.

Prima lo histórico y local: el nacimiento aragonés de Ibercaja, el del Palacio Real de Madrid, con la obra de Goya, o el de Brumete, que recrea el Imperio Romano, la conquista del Oeste y la Revolución Francesa. ¿Fecundidad o anhelo de poder? ¿Qué representa el “cagonet” catalán junto a la Sagrada Familia?

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 21 de diciembre de 2018).

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