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La lampara encendida

El escritor mimético

El escritor mimético

Foto Heraldo / Efe

“Aquí me siento a salvo. Lejos la familia, los amigos, pero seguro. Solo se oyen los pájaros, es hasta bello. Y ahí abajo Saint Gervais les Bains”. Podrían ser reflexiones de Bruno Martí –nada que ver con el mítico escritor cubano, José Martí–. ¿Estaba escribiendo su obra maestra? ¿Intuía el final?

Siempre le había atraído la montaña, desde los primeros encargos en la organización, allá a sus veinte años. “Éramos jóvenes y llenos de pasión, lo reconozco. Un país libre, independiente. Todo se hacía poco por los nuestros”. Cinco décadas después, el autor rememora su vida. ¿Siente arrepentimiento? No puede confesarlo.

“Fábricas, empresarios, entidades bancarias, guardianes de seguridad, políticos del régimen… Una amenaza. Comienzo a marearme otra vez”. Hasta las alimañas tienen conciencia, pensaba en sus adentros.

Se metió en la cabaña y volvió a salir. Se sentó en el banco corrido construido de un tronco de roble, y escribió en el suelo con un palo. “Los niños y menores no entrarían. Pero mandaban ellos, que velaban por todos desde arriba”.

A Bruno le daba vueltas la cabeza. ¿Tendría fiebre? Volvió a meterse dentro. “Euskal Herría, Madrid, Cataluña, Zaragoza…”. Una explosión, descontrolada, enorme. ¿Cuándo fue? Se confundían las imágenes. Debió ser horrible, vacía su vida, sanguinolenta memoria. Se veía en América, en un escaño del Parlamento. Todo confuso. ¿Pero por qué nacionalidad venezolana? Debía de ir al hospital…

Mimetismo: “Propiedad que poseen algunos animales y plantas de asemejarse a otros seres de su entorno”, según la RAE. En el propio parking del centro médico había un kiosco de prensa. Veinticinco crímenes de lesa humanidad, guardias civiles, decenas de personas, incluidos niños; robos a mano armada, extorsiones a comerciantes; intentos frustrados de negociación. ¿Había sido él? José Antonio Urruticoechea Bengoechea, alias ‘Josu Ternera’. No se reconocía.

“De pronto lo descubrieron, uno más entre los encapuchados, la boca tapada con un pañuelo. Huy, Joxe Mari. ¿Qué hace ahí? (…) Y sí, eran piedras. Se las tiraban con todas sus fuerzas a los ertzainas” (Fernando Aramburu, Patria). Ángel, Rocío, las dos Silvias y las gemelas Miriam y Esther, desde el cielo, no lo perdonarán. Infancia robada –nada que ver con Infancia libre–.

Este domingo volvemos a votar. Reflexionemos.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribna", "El Meridiano", viernes 24 de mayo de 2019).

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