Blogia
La lampara encendida

Distopía

Distopía

Árbol de la vida. Foto www.tenvinilo.com

“Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana” (Diccionario de la lengua española). En este caso, el prefijo dis- indicaría ‘negación’ o ‘contrariedad’ respecto a utopía: “Representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano”. Y también “plan, proyecto, doctrina o sistema deseables que parecen de muy difícil realización”.

En todas las culturas hay un Bien y un Mal, Yin y Yang, infierno y jardín de las vírgenes en la religión musulmana. Y en el subconsciente colectivo, utopía y distopía pueden ir de la mano. Sin tener que acudir a teoría  conspiranoide alguna, la discordancia con la vieja normalidad va a darse en un futuro a corto y medio plazo.

¿Un virus animal? ¿Manipulación en la mutación de especies? En cualquier caso, la biodiversidad de nuestra casa tierra ha sufrido mucho.

Esta Europa unida, tras superar dos guerras, la locura nazi, y tantos y tantos genocidios, que ha de sostenernos económicamente, es también heredera de símbolos antitéticos: el trigo y la cizaña, los hijos de la luz y las tinieblas, ángeles y demonios.

A los jóvenes les hemos ocultado muchas cosas, lo mismo que a Sidharta, futuro Buda, se le impedía ver la enfermedad, la vejez y la muerte. Los hemos protegido demasiado y creen que no va con ellos. Y se han encontrado sin la abuela, de la que no han podido despedirse; con que su profesor ha caído enfermo; sin poder ir a clase, ni a Salou, ni a ese viaje soñado durante meses.

Distopía, porque no conocemos ni el origen ni el final; porque ahora les afecta también a los bebés; y el aire está viciado y no podemos comprar un aire limpio, como Rosa Montero en Lágrimas en la lluvia, a través de Bruna Husky, la detective tecno que investiga el informe de la Tierra sobre el nuevo destino de la Humanidad.

“Me hice escritor porque tengo un desajuste con la realidad que me rodea, mi país, mi ciudad, mi época… Eso me lleva a encontrar en la literatura un mundo de experiencias que no he tenido, pero que he soñado” (Juan Marsé). Soñaremos. No nuevas islas de Utopía. Sí oscuras golondrinas que aprendan nuestros nombres, porque amamos.

Y el siete, del candelabro hebreo, las moradas, los chacras yóguicos o los niveles del cielo musulmán, se impondrá sobre el seis.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 24 de julio de 2020).

0 comentarios