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La lampara encendida

Caballero Bonald

Caballero Bonald

Foto Paco Campos / Efe

Conforme avanza la década de los 50, se iría superando el realismo social. Brines, Barral, Valente, Goytisolo o Gil de Biedma. Entre nosotros, la Zaragoza del café Niké. Nacidos entre 1925 y 1935, publicarían a partir de 1952. Una generación capaz de transformar la historia personal en bellísima lírica, tras unas ilusiones infantiles truncadas por la guerra y una juventud sin apenas acceso a la cultura. “Por las ventanas, por los ojos / de cerraduras y raíces, / por orificios y rendijas / y por debajo de las puertas, / entra la noche” (Las adivinaciones, 1952).

Afirmaba José Manuel Caballero Bonald en “Conversaciones en la Aljafería” (2002): “Yo no creo en La Generación de los 50, pero sí en un grupo de amigos con muchas diferencias literarias evidentes. Lo que sí nos unía era muchas cosas en común: éramos noctámbulos, desobedientes, insumisos y luego la actitud antifranquista, que nos unía a todos”, La maestría de José Ángel Valente y Carlos Barral impregnará su verso y su prosa poética: “Aquella impávida, bellísima harapienta que merodeaba por el mercado de Sanlúcar, tenía que ser sin duda la última portadora aborigen del talismán” (Laberinto de Fortuna, 1984).

No sería Espronceda ni marino. Poesía, novela, memorias, ensayo y artículo periodístico, la vocación y el tiempo lo convertirían en minucioso orfebre de la metáfora: “Me fui acercando hasta la lúgubre / frontera de la llama, todavía / reciente el maleficio” (Anteo, 1956).

Premio Platero, Boscán, Premio de la Crítica, Plaza & Janés, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Cervantes, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española… “Las prisas en literatura son como la actividad de la carcoma”. Capaz de enfermar buscando un adjetivo, escribía: “Musgo mefítico, adherencia / matinal de lo inerte, día / a día arrastrándome / hacia un fondo de esponjas / oxidadas, broncas burbujas / balbucientes…” (Pliegos de cordel, 1963).

Cultura no asistió a su sepelio, y en la noticia de su óbito confundieron su fotografía. “Atroz historia venidera, / ¿en qué manos estamos, cuántas trampas / tendrá que urdir la vida para seguir viviendo?” (Diario de Argónida, 1997).

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", viernes 14 de mayo de 2021).

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