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La lampara encendida

Empatía

Empatía

Foto Imane Rachidi / Heraldo

Me duelen los huidos de la guerra de Siria, que pese a todo hallaron entre nosotros un hogar. Me cuestionan las mujeres y hombres venezolanos, que de un nivel de vida aceptable pasaron a la cárcel, la miseria o la emigración. ¿Y tantos niños y jóvenes marroquíes muertos en el intento? Imposible olvidar a todas las afganas ultrajadas, violadas, asesinadas bajo el régimen talibán.

Cientos, miles, millones. La guerra ruso ucraniana ha batido récords. Son muchos los que quedan y resisten: soldados y civiles defendiendo el país, madres que velan por los huérfanos, enfermos y discapacitados que no pueden escapar ni refugiarse en sótanos. Y los que huyen, hacinados durante días y semanas en un centro comercial o un teatro, a expensas de la covid o de las bombas. Con mucha suerte, algunos hallan un lugar seguro. ¿Por cuánto tiempo?

Ministerios, ONGs, asociaciones de inmigrantes… Es insuficiente. Autobuses y furgonetas a Polonia que los traen a Zaragoza, Calatayud, Utrillas… Impacta el silencio de los niños, la mirada perdida de los viejos. Los móviles que no dan respuesta. ¿Qué habrá sido de los padres, amigos, familiares?

¿Le perseguía a James la desgracia? Murió en un tiroteo en la cola del pan. Su esposa, Iryna, enferma de esclerosis múltiple, necesitaba tratamiento, y los pacientes del hospital de Chernígov algo de comida. La paralímpica ucraniana Olena Lurkovska, parapléjica, logra huir del horror con sus hijos mellizos, un pie roto y dos gatos. Otros tienen familia española.

Vitaliy fue un niño de Chernobyl, adoptado gracias a la Asociación de Ayuda a la Infancia por unos padres oscenses; ahora viaja a la frontera con Polonia en rescate de su hermano biológico y su familia. La odisea más difícil y hermosa de sus vidas. Y Natalia, huérfana de Chernobyl y sin pasado, que venía también todos los años por verano y Navidad, y encontró la plenitud en el amor del esposo y de la hija. Ahora ellas aquí, él en la guerra, enseñando a coger un fusil a adolescentes. Su enfermedad cardiaca es lo de menos.

¿Habré madurado en empatía? “Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”. ¿O es que vemos encima la espada de Damocles nuclear?

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 27 de marzo de 2022).

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