Blogia
La lampara encendida

Que la nieve ardía

Que la nieve ardía

Foto @AT_Brif

Nonaspe, Castejón de Tornos, Mequinenza, Sierra de la Culebra en Zamora… Los incendios de todavía finales  de primavera se sosegaron de momento. Pero la catástrofe quedó en la memoria de Castilla-León, Aragón, Navarra, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía. Igual que en la mirada canosa y con arrugas de los ancianos de Burbáguena.

Ayuntamiento y vecinos de Laspaúles en Huesca prefieren no hacer fuego a las afueras del pueblo este año. Aunque otras veces es el viento el que destroza las calles de Alcañiz, el granizo bolitas de ping-pong el que arrasa los melocotones de Calanda, o la tormenta quien suspende a Rozalén en las Fiestas del Ángel de Teruel. ¿Descuido? ¿Provocación intencionada? ¿Desastre natural?

No perdamos de vista el calentamiento global de la tierra y su atmósfera, que, aunque más preocupante día a día, venimos arrastrando según diversos autores desde hace dos siglos. Las causas, las emisiones de gases de efecto invernadero, que caldean y recalientan nuestra casa común mucho más que en cualquier otro momento de la Historia. Consecuencias, un aumento de temperaturas cada vez más rápido y  destructivo, el daño irreversible de los seres humanos y otras especies, la pérdida de los polos y mucha vida submarina, el más drástico cambio en nuestra forma de vivir.

Y no es jugar con fuego, o dejar encendido un cigarrillo. Si queremos que los hijos de nuestros pequeños disfruten haciendo volar una cometa, visitando una granja, subiendo una montaña o columpiándose en el parque, habremos de dejarles en herencia actitudes más sanas, inteligentes y sostenibles.

¿Seguir tirando mascarillas en plena calle? ¿Qué hacemos con los plásticos? ¿De verdad la bici y el transporte público antes que nuestro coche? Y una piensa que el próximo invierno, y no solo por la guerra, habremos de bajar unos grados la calefacción.

Si no, corremos el riesgo que la jota de origen navarrico se quede solo en su primera parte: “Soñé que la nieve ardía. / Soñé que el fuego se helaba. / Soñé que la nieve ardía, / soñé cosas imposibles. / Soñé… soñé, que tú me querías”. Paradójica antítesis que lleva a la distopía, y no a la consecución de un mundo, personal y colectivamente, más feliz. ¿Seremos capaces de reciclar nuestro comportamiento?

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 10 de julio de 2022).

0 comentarios