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La lampara encendida

Verano covid 22

Verano covid 22

Foto José Marco / Heraldo

Tercer verano. Tras el confinamiento, el paseo de un kilómetro, las tímidas salidas, mascarillas obligatorias a partir de 6 años, el verano de 2020 nos atrevimos con Cantabria hacia la linde de Asturias. Suances, Fontibre, Santander, Covadonga, Santo Toribio de Liébana, San Vicente de la Barquera… Las primeras vacunas para pacientes de riesgo no llegarían hasta principios de año, y habría de llover hasta la segunda dosis española universal. Aun así, llegamos a La Manga, todavía con peces, y al Ciudad del Turia. Bonitas vacaciones.

Pasaría el verano, el otoño, el invierno, una nueva primavera. Tercera dosis y en un primer momento pasaporte covid para poder viajar, asistir al teatro o a un concierto. Paulatinamente, fueron cayendo las mascarillas y desapareciendo los aforos. Por desgracia, la pandemia dejó de ser noticia para serlo una guerra en plena Europa –como aquella, podía extenderse a todo el mundo–.

No obstante, teníamos asegurada la salida a las fiestas del pueblo, a la montaña o a la playa, siempre que no nos apretasen mucho el cinturón. Que hasta los cereales y el alimento para el ganado escaseaban tras la crisis. Y mira por dónde… “Aragón suma más de 900 contagios por covid en una jornada, el dato más alto desde mediados de febrero”. “Los epidemiólogos instan a usar las mascarillas en interiores para frenar el avance del covid”. “España suma 71.818 casos y 148 muertes, mientras la incidencia en mayores crece 139 puntos”.

Una, que es de letras y no de números,  tampoco entendía eso de Delta  < o > que Ómicron BA.4 o BA.5. ¿Qué quería decir? Fatiga, dolor muscular, cansancio, síncopes o desmayos, dolor de cabeza y garganta, fiebre alta, tos, visión borrosa, pérdida del apetito, diarreas, elevación del ritmo cardiaco, afonía. Todavía “mí no entender”.

No iba a morirse tanta gente, y los difuntos no iban a estar tan solos. Aunque en el caso de no estar vacunados, o con la pauta completa, el riesgo seguía estando ahí. Periodo de incubación: cuatro días; tiempo de poder transmitir contagio: una semana. Caliente caliente… “Parece que me pica la garganta. Me mareo. Se me va la  voz”.

Mi unidad familiar había sido contagiada sin ton ni son. Episodios leves. Al final podríamos viajar a San Sebastián y Soria, esas dos cunas de la infancia.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", 17 de julio de 2022).

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