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La lampara encendida

Almendros de pasión

Almendros de pasión

Foto: "Y el almendro floreció", óleo de Isabel Guerra.

Se anticipó el calor y hemos tenido los primeros incendios forestales en marzo. La cesta de la compra sigue subiendo y las guerras no paran; continúan llegando inmigrantes indiscriminados, y menores, a costas italianas y españolas, con peligro de muerte. Mientras los jóvenes y no tan jóvenes siguen manifestándose por cambiar de sexo, el derecho a abortar la vida o jubilarse a los 62. ¿Por cuidar de los nietos, quienes tengan, o viajar a nuevos exoplanetas sin cortapisas?

La humanidad no hemos cambiado tanto, desde la masacre de los inocentes en Bethlehem, la decapitación de Juan Bautista o la crucifixión de Cristo Jesús. La práctica está vigente en países islámicos extremistas, contra reductos de cristianos o la gran mayoría de mujeres que no acatan las órdenes. Pero sí avanzamos tecnológicamente.

Mientras mis amigas ucranianas siguen sobreviviendo como pueden en un país lejano, cientos de heridos son acogidos en Europa y los niños se han quedado sin papás, escuelas ni sonrisa, el “magnánimo” Putin firma un concienzudo acuerdo con Bielorrusia para desplegar “inofensivas” armas nucleares tácticas. La espada de Damocles pende sobre nuestras cabezas, lleva pendiendo mucho tiempo.

¿Qué pasaría si se escapa una pequeña explosión? Aunque fuese a una central nuclear, un emporio industrial o un núcleo urbano. Seguramente afectaría a uno cuantos miles de personas. ¿Cuánto pesa la vida en la balanza del poder?

El otro foco de pasión, y de agonía, es Netanyahu, enfrentado tanto al enemigo palestino como al propio ejército israelí. Las manifestaciones populares in crescendo y la negativa de soldados no ultras pueden poner en jaque al presidente. Y a una le da tristeza y cierto pavor que este año, cuando coinciden la luna llena de Nisam, la Pascua cristiana y el Ramadán, no puedan celebrarse en una paz relativa.

Desde que Atenea transformara a Fílide, hija del rey Midas, en almendro y acariciado el cadáver por su enamorado Acamonte floreciese, pasó a simbolizar amor eterno. Según el cristianismo y la tradición teresiana, este árbol simboliza asimismo inmortalidad, como vemos en el óleo de sor Isabel Guerra “Y el almendro floreció. Muerte de santa Teresa de Jesús”. Bellísimo y efímero al mismo tiempo, como la mariposa o la flor de los cerezos japoneses en Nueva York.

¿Trasunto de la vida, la muerte y la resurrección? Así también a nivel social.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 2 de abril de 2023).

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