San Roque
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Nuestra Señora de Begoña en Bilbao, Virgen de la Paloma en Madrid, Virgen de la Candelaria en Tenerife o de los Reyes en Sevilla. Ayer 15 de agosto se celebraban en muchos pueblos de España, Aragón y Castilla, diferentes advocaciones de la Asunción de María. Hoy 16 es San Roque, patrono de la peste, protector de los peregrinos, enfermeros o cirujanos. Entre otros, Santiago de Compostela, Navarrete (La Rioja), Calatayud o lugares sorianos como Navaleno y Velamazán, por librar a sus habitantes de la terrible.
Y aquí entro en escena, junto a mi entrañado tronco familiar, generación tras generación. Se me pierde la memoria en el limbo de la primera infancia cuando mis padres me llevaron a las fiestas del pueblo. Dicen que con un añito me montaron en el trillo con la tía María, y con meses me pusieron en un altarcillo de los que colocaban para el Corpus con los recién nacidos, emulando a Jesús.
No conocí a los gaiteros, que animaban con sus gaitas el baile de la plaza. Sí al señor confitero y su señora, que nos traían pipas, caramelos, chicles, trompetas, gafas de juguete, cámaras de fotos y otras golosinas –no se llamaban chuches. Los ejes centrales, la misa y procesión de la Virgen de la Dehesa y de San Roque–; y la Luminaria u hoguera la noche del 15, que se remonta a los ritos paganos de festejo y agradecimiento por la cosecha.
La Virgen de la Dehesa, con elegante manto negro sobre su figura austera de mujer velamantina; y San Roque, bordón, sombrero y capa, junto al perrillo con la hogaza en su boca, y la llaga en la rodilla. La emblemática y los símbolos se repiten. Algún siglo después, Juan de Dios y Camilo de Lellis, también la pierna herida, también patronos hospitalarios.
La iglesia del Refugio y de la Santa Cruz se debió a los donativos de una rica devota, allá por el XVII, que pidió a San Roque la sanación de su familia. Y es la reunión entrañable de abuelos, padres, hijos, nietos, hermanos, tíos primos, otra de las claves de la fiesta.
Hemos cambiado. La Santísima Trinidad se pasó al 17 –la España vaciada no permitía celebrarla en junio. Los gaiteros se ha sustituido por la disco-móvil, o por grupos de músicos itinerantes que muchas veces van de Zaragoza. Los peques han caído en la fiebre del móvil. Pero la esencia continúa. Y, milagro, tan diversos en miras e intereses, unos días al año somos todos pueblo.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 16 de agosto de 2019).
1 comentario
Carlos mas -
en un cosmos regido por el sol, cuyas ventanas
no dan al interior de los deseos