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La lampara encendida

Derchos inhumanos

Derchos inhumanos

Del pueblo siempre me han contado casos chuscos, o curiosos –en román paladino–: la criada que se quedaba preñada del señor, los hermanos que dejaban de hablarse o el cura y los guardias civiles que perseguían a quienes merodeaban el pedazo sembrado en fiesta de guardar. La parienta obedecía a su hombre y paría con las orejas bajas, como una hembra más; y el tonto del pueblo era el hazmereír de todos, por acuerdo tácito y consuetudinario. Haylos siempre los hubo. Pero los medios de comunicación y el raciocinio de algo nos han servido, creo yo.

Puede ser el motivo por el que nos estremecemos de pavor cuando un matrimonio prepara, con premeditación y alevosía, los abusos sexuales a sesenta empleadas de hogar. O cuando vemos por televisión los tajos que se hacen innumerables inmigrantes en potencia que quisieran salir de su esclavitud. Barbaries existieron  siempre, solo que antes ponían los dos rombos –ante actos mucho más naturales– y ahora no.

Leía en la página web del Foro de Vida Independiente: “En la diversidad funcional se difumina el género, se soslaya el género del individuo para ubicarlo en una identidad mayor desde la que definirle más fácilmente: la discapacidad. […] El concepto de igualdad de género parece no tenerse en cuenta” (Marita Iglesias). Y a continuación: “Escribiendo este artículo tiene el lugar el fallecimiento de Beatriz Egea, una mujer con ELA, víctima de malos tratos presuntamente por parte de su pareja e hijo”. Un caso extremo. Pero una profesional amiga me comentaba cómo muchos discapacitados se lesionan voluntariamente para abstraerse del “otro dolor”.

Es aquí donde me quedo a cuadros ante hechos como que San Juan de la Cruz escribiese en la cárcel de Toledo el Cántico espiritual; que Viktor Frankl apostase por la vida en el campo de Auschwitz, o que Nelson Mandela hiciese germinar una nueva Sudáfrica desde una celda miserable. “Vivimos la vida que elegimos. La vida no es muy larga, tú decides sufrir o disfrutar”, escuchaba el otro día a Irene Villa. ¿Solo cuestión de voluntad?

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El meridiano", martes 10 de diciembre de 2013).

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