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La lampara encendida

Intelecto y política

Intelecto y política

Autorretrato. Foto Heraldo

Don Justo Ramón iría casi andando a Barcelona a cursar medicina, fuerza de voluntad que transmitió a sus hijos. La exposición “Santiago Ramón y Cajal. 150 años en la Universidad de Zaragoza” hace reflexionar. ¿Cómo se forma un genio?

Influye la familia. ¿Y el carácter? De Petilla a Escolapios de Jaca o bachiller en Huesca, hasta llegar a Zaragoza, con 17 años, Santiago no sienta la cabeza. Marchar a Cuba de médico militar, su relación entre reverenciadora e impositiva con la esposa –siete vástagos, cinco supervivientes–, la escultura sedente del Paraninfo en lugar de mirando al microscopio, van marcando camino.

Persona minuciosa: su cuaderno, su mapa anatómico, sus muestras de cultivo. El trabajo y la suerte le sonrieron: Hijo Ilustre y Predilecto de Zaragoza, el Premio Internacional (Moscú) le abre puertas. Nobel en Fisiología y Medicina en 1906, junto a Camillo Golgi, por su descubrimiento de las neuronas.

¿Amigo de sus amigos? Cabeza de la Generación de Sabios (por 1880); intelectuales como Marañón, Ortega y Gasset o Joaquín Costa. Y su escuela: eminentes científicos, entre ellos su hermano Pedro, y dos mujeres, Laura Forster y Manuela Serra.

Fotógrafo, dibujante, escritor, político. Los tónicos de la voluntad influiría en Laín Entralgo o Rafael Yuste, hoy investigador en EE. UU. Director del Laboratorio de Investigaciones Biológicas; Senador en Cortes por la Universidad Central de Madrid y Senador vitalicio del Reino; como presidente de la JAE (Junta de Ampliación de Estudios), pagó de su bolsillo la estancia del hijo en el extranjero. Rechazó ser ministro de Salud e Instrucción Pública por su dedicación.

Alfonso XIII asiste a sus inauguraciones; la II República edita billetes y sellos con su efigie; en 1952 se otorga el Marquesado Ramón y Cajal a sus herederos. Su entierro en octubre de 1934, en plena crisis asturiano catalana, reunió a personalidades como Negrín, Ortega o José Antonio, después divididas por la guerra.

“Se ha dicho hartas veces que el problema de España es un problema de cultura. Urge (…) cultivar intensamente los yermos de nuestra tierra y de nuestro cerebro, salvando para la prosperidad y enaltecimiento patrios todos los ríos que se pierden en el mar y todos los talentos que se pierden en la ignorancia”. A políticos y personas de su talla votaré este domingo.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 8 de noviembre de 2019).

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