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La lampara encendida

Historia ficción

Historia ficción

Foto Centro de Humanización de la Salud

Pericles y la Atenas del siglo V a. C. perecieron a manos de Esparta y la epidemia. Y el otro día recordaba el Evangelio de Mateo: "Si estás en la azotea de tu casa, no te demores ni vayas dentro a buscar tus cosas. / "Si te hallas en el campo, no vuelvas a buscar tu manto” (Mt. 24, 17-18).

Ocupados en el cambio climático y los nacionalismos, obviamos que la historia de los virus se repite. China quedaba en las antípodas. Comenzó a fastidiarnos cancelar los viajes a Italia. Decenas, cientos, miles. ¿Llegarán a millones? ¿Estaremos todos infectados? La ficción iría suplantando a la vida que teníamos por real.

Ya en el Decamerón (siglo XIV), Bocaccio retrata el amor y la muerte de unos jóvenes confinados fuera de Florencia; Los novios, de Alessandro Manzoni, es la crítica política ante la peste milanesa de 1630; La muerte de la máscara roja, de Edgar Allan Poe (1848), y el intento de burlarla de unos aristócratas.

“Han sido dos días difíciles, de decisiones rápidas. Viajar, quedarme sola en la oscuridad, dejar que mi marido pasara todo este tiempo gris también solo en la otra punta de Europa”, escribía en facebook Ana Alcolea. Y Manuel Cortés Blanco, escritor y epidemiólogo, con quien he compartido más de un libro de cuentos, daba fe del dolor de todo sanitario ante la baja médica.

Y es que la realidad se nos ha trastocado. Manifestación en los balcones; estudio on line y teletrabajo; sacar al perro niño; nos vemos por Skype con la familia… El tiempo se ha estirado como nunca. El refugio de La montaña mágica de Thomas Mann y la tuberculosis (1924); La peste de Albert Camus (1947),

Y el miedo, y la solidaridad; y ese deseo de sobrevivir, individual y socialmente, enraizado más allá del alma. El amor en los tiempos del cólera, del gran Gabo (1985); Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago (1995). ¿Y los muertos? ¿Y sus familiares? “Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando” (J. R. Jiménez). ¿Y si no hay lugar para la despedida? ¿Y si por la carretera solo circulan camionetas con féretros que llevan al crematorio?

Podemos hacer mucho, como hiciera San Roque en el siglo XIV con enfermos de Peste. O San Camilo de Lelis en el XVI ante el tifus de Roma, y ahora sus ministros, creando unidades para los sintomáticos, porque faltan recursos. Se puede hacer hogar.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", martes 24 de marzo de 2020).

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