Aviones de papel
Todos los hemos hecho alguna vez, sobre todo cuando nos aburríamos en el cole. Una cuartilla plegada, en diagonal; y luego las aletas. Hasta cuando volar no era cosa habitual para todos los niños. Aunque a mí me gustaba más hacer pajaritas y barcos y sombreros, y casitas de sobres con tejado.
Un amigo escritor, Alfredo Mozas, siente predilección por la papiroflexia y la escritura. ¿Alguna relación? Puede que sea el viaje interior, del vuelo hacia la pluma o viceversa; o el querer conocer más allá de la edad de los papiros. ¿Qué caminos secretos nos conducen?
“La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura”, reflexionaba en público Vargas Llosa en su recibimiento del Novel. También a mis hermanos les gustaba leer y los aviones, hasta irse creando su universo interior. Y no digamos ya a los peques de la casa, mis sobrinos, que han degustado ya en varias ocasiones el placer de volar.
Pero no el otro día, que como Mario iban a Estocolmo. Y lo malo no es la espera, o bajar hasta dos veces del avión. Ni siquiera carecer de cama, alimento o dinero, como otros muchos niños. Despegar por motivos de salud rozaría lo grave, esa frontera oscura que nos lleva a los límites. Pero existe algo más.
“He podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero”, repetía el flamante Nobel en su “Elogio a la lectura y la ficción”.
Y da miedo. Da pavor que quieran controlarnos el sueño de echar alas, trazar puentes, volar. Que los lectores jóvenes no conozcan a Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann… “Miedo a la libertad”, de Erich Fromm, no el otro miedo. “Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad”, insiste Vargas Llosa. ¿Podemos imaginarnos un futuro sin alas?
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, «Opinión», “Día a día”, miércoles 15 de diciembre de 2010).
Óleo de Eva Santos.
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