Al otro lado del espejo
LA OPINIÓN | El 22 de noviembre, la sociación Zaragoza Vida lndependiente, que aboga por los derechos de las persoras con discapacidad, presentó en las Cortes su propuesta sobre asistencia a grandes dependientes.
Por Moría Pílor Mortínez Borca
“Algunos nos confunden con enfermos, concepción totalmente erradicada. El término correcto es ‘persona con diversidad funcional’”
Por los años cincuenta del siglo pasado, en las universidades no había baños de señora. Tampoco se necesitaban. El uso va cambiando la forma arquitectónica y de pensar.
Sabía de su vida a través de Internet, la radio y “Las cerezas”, el espacio nocturno ¿o trasnochado? de Julia Otero. Pero conocer a alguien cara a cara puede cambiarte el resto de tus días y hasta la concepción de la existencia.
Coincidía en Madrid con Javier Romañach, miembro del Foro de Vida Independiente, tetrapléjico a causa de un accidente que le hizo polvo la columna a la altura de la sexta cervical –lesión más grave que la de Ramón Sampedro-. “Nos falta una filosofía, principios y hasta léxico”. ¿Subnormal? ¿Inválido? ¿Minusválido? ¿Dependiente? ¿Quizá persona con discapacidad?
“El nuestro es el único colectivo que ya en la definición se infravalora. No se trata de capacidades, sino de dignidad, igualdad y derechos para todos”. Entre unas cinco mil asociaciones, no hemos ni siquiera elaborado un ideario común, cuanto más unas líneas de acción, como hicieron en su día las mujeres, respetando la tendencia sexual, la fe o la ideología de cada uno.
“Toda revolución auténtica tiene dos fases: primera individual, después social. Hay que cambiar el chip”. Algunos nos confunden con enfermos, concepción totalmente erradicada en la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de Naciones Unidas (2006). El término correcto es persona con diversidad funcional: “Funcionamos de forma diferente a la gran mayoría estadística: rodamos en lugar de caminar, nos comunicamos a través de signos, aprendemos de manera diversa… sin que ello nos suponga algún valor negativo”.
¿Por qué nos ofrecen residencias o una muerte digna si no es lo que pedimos? “Es más progre y barato. En Madrid comienza a facilitarse asistencia personal y ayuda económica personalizada, no café para todos. Los primeros grandes dependientes han estrenado piso. Se les cambia la vida, deberías verlo. Íbamos a la cola en Europa”.
En toda la manzana no encontramos un baño. Al final, sólo uno en el IMSERSO –anécdota curiosa: daban unos folletos sobre la inclusión social de personas sexualmente diversas-. “Algunos de los nuestros no saldrán nunca del armario, pero la opción es libre y personal. Que no sea por la falta de medios”, nos decía Javier.
“Tendrías que venir a la manifestación”, me invitaba Javier. El agua aún no es un derecho de todos; ni las playas, los spas, las piscinas, los parques naturales son siempre universales. Mientras, el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea emitía su primera sentencia a favor de la no discriminación –un padre era excuido del trabajo por la diversidad de su pequeño-; y Estrella, una joven con parálisis cerebral, esperaba un primer hijo. “Ya sabes que sólo se ve la parte trasera del reloj en el espejo” (Lewis Carroll).
(Heraldo de Aragón, "Opinión", "La opinión", lunes 5 de diciembre de 2011).
0 comentarios