Puzle
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Ramón y Cajal nos dejó a las puertas de una etapa harto oscura para España, al igual que dos años después D. Miguel de Unamuno, profesor de Latín y Psicología, de Griego e Historia de la Lengua; rector de la Universidad de Salamanca en varias ocasiones. Novelista, poeta, ensayista, dramaturgo y político.
Recientemente se estrenaba “Mientras dure la guerra”, de Alejandro Amenábar, basada en el levantamiento del 36 y la toma de Salamanca como cuartel general de Franco. Obvia los antecedentes del autor de Paz en la guerra, Amor y pedagogía o Abel Sánchez. La Tercera Guerra Carlista a su paso del colegio de San Nicolás al Bachillerato; su tesis doctoral en Filosofía y Letras Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, enfrentada a las ideas de los hermanos Arana; sus tiras y aflojas con Alfonso XIII y Primo de Rivera; sus concejalías en ambos bandos; su desencanto de la política.
Es un retrato plano de los generales nacionales –Cabanellas, Queipo de Llano, Orgaz, Gil Yuste, Mola, Millán Astray– y del propio Unamuno. Y una serie de erratas históricas: de la bandera rojigualda (símbolo de la I República) al bigote inexistente del luego dictador, pasando por la ausencia de los hijos varones, el orden trastoca de los personajes, o la continua tergiversación de frases: “¡Viva la República!”; “vencer no es convencer”; “viva la muerte, muera la inteligencia”. La interpretación de Karra Elejalde está muy por encima.
Y pienso yo, ¿casualidad que los temas se repitan? ¿Por qué tanta memoria histórica tendenciosa? ¿Había memes en tiempos de Ortega, Pérez de Ayala o Ganivet? ¿Serán de siglos pasados las raíces de ETA y de los CDR? ¿Podemos imaginarnos a Arana y Puigdemont personajes de El Señor de los Anillos?
¿Cómo describiría D. Miguel este batiburrillo de 16 partidos en el Parlamento? Políticos de tres al cuarto, que no tienen más cátedra que un sillón; derechas e izquierdas enfrentadas; extremismos sin centro. “Lo supo acaso mejor que nadie Quevedo; lo supo fray Luis de León. Acaso la soberbia de Felipe II no fue más que envidia. «La envidia nació en Cataluña», me decía una vez Cambó en la plaza Mayor de Salamanca. ¿Por qué no en España?” (Abel Sánchez).
Margarita Salas, premio Ramón y Cajal y discípula del también premio Nobel Severo Ochoa, no llegaría a ver lo que puede venirnos.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 15 de noviembre de 2019).
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