Superar los miedos
Salvador Dalí se inspiraría en el Cristo de San Juan de la Cruz (dibujado en un pequeño papel tras una visión del místico), y así se titula el cuadro. Foto www.todocuadros.es
De pequeña, tenía miedo a dormirme sin luz, como tantos niños; a que los mayores hablasen de la muerte; a que mis papás no fueran a buscarme al colegio –jamás me separé de ellos y lo segundo nunca sucedió–. Luego, empiezas a soñar con el amor y temes no encontrarlo; no lograr un empleo dadas tus circunstancias especiales. Según vamos creciendo, nos preocupamos por nuestros mayores, tenerlos con nosotros el mayor tiempo posible, con calidad de vida. Son temores abstractos, nacidos de anticipar una realidad que quizá no llegue a existir.
En estos meses, parecen haberse solidificado todos nuestros pánicos infantiles. ¿La noche oscura de San Juan? Los mayores no solo se morían, sino que desaparecían sin sentirlo, sin poder despedirnos ni ver tan siquiera sus cenizas. El peor cuento de terror se volvió realidad en apenas unos días. En la calle habitaba un enemigo invisible, y a enfermedad y muerte se uniría una miseria extrema.
Los niños comenzaron a tener pesadillas, ahora reales. No iban al colegio. La costumbre del beso se confinó y los adolescentes y los jóvenes tuvieron que reinventar sus relaciones digitalmente. Millones se quedaron sin empleo y miles de parejas sin amor. Jamás lo hubiésemos imaginado.
Seguimos todavía en ese tiempo. ¿Hasta cuándo? Dicen que el miedo es libre, pero cuando los positivos siguen multiplicándose, se rebaja la edad, vuelve a afectar a las residencias… ¿Y si es un familiar? ¿Y si salta el bichito tomando un helado o un café? ¿Y si cualquiera somos igualmente susceptibles de contagio? Sea como fuere, este verano es harto atípico y las vacaciones se eligen con lupa, quien se atreve a salir, en espera de un curso no menos incierto.
Temor a que la vacuna ni sea a corto plazo la panacea universal? ¿Y para todos? ¿Y si tuviese efectos secundarios? Tendremos que convivir con la vulnerabilidad y la incertidumbre, y confiar.
Este agosto, mañana, tampoco va a celebrarse la fiesta de la Virgen en tantos pueblos. Hasta la religiosidad y las celebraciones hemos tenido que reinventarlas. Aunque la esencia queda, y la humanidad, el ser humano, hemos sobrevivido a muchas.
¿En quién podemos confiar? “Quizá la mayor confianza para fray Juan de la Cruz sea la de ser esperado, ser amado” (José Carlos Bermejo, La esperanza en tiempos de coronavirus). Puede ser una clave.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 14 de agosto de 2020).
1 comentario
i g n a c i o -
Mañana celebraremos por todo lo alto la fiesta de la Virgen en mis cuatro pueblos. Desde luego, los feligreses que están acudiendo a celebrar la Misa desde hace tres meses, y las personas mayores y enfermas a las que visito en sus casas no tienen ni rastro de miedo. La fe juzga al mundo. Tal vez España se haya vuelto sencillamente mundana
Un abrazo y a continuar. EN EL AMOR NO HAY TEMOR