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La lampara encendida

Memoria colectiva

Memoria colectiva

“Francia realiza ahora esfuerzos para salvarse. A la crisis económica le sigue ahora la crisis política. Movimiento revolucionario en Lisboa. Filomeno Cántara, jefe del movimiento subversivo, envía un ultimátum al

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Gobierno. Tiroteos en la Rotonda. Severísimas medidas de precaución en Oporto. Una anciana fue sepultada al derrumbarse una pared”. Miguel Delibes, en Mi idolatrado hijo Sisí, retrata la Europa de 1925.

“Manuel durmió durante algunos días en los bancos de la plaza de Oriente y en las sillas de la Castellana y Recoletos. Algunos céntimos que ganó subiendo maletas de tas estaciones le permitieron ir viviendo. (…) Hubo días en que no comió más que tronchos de berza cogidos en el suelo de los mercados”. ¿Una escena habitual en nuestras calles? Ideas por superar la crisis y sostenibilidad nunca faltaron: “-¿Tú te figuras el dinero que vale toda la basura que sale de Madrid? -Yo, no. -Pues haz la cuenta. A sesenta céntimos la arroba, los millones de arrobas que saldrán al año. (…) Otra de las ideas fijas del trapero era la de regenerar los materiales usados”. Pío Baroja, La busca, 1904.

Podemos ir un poco más atrás. “La situación financiera era patética. En 1906 y 1927 hubo suspensiones de pago de la Corona que dieron paso a una voluntad de reforma de las costumbres hacia actitudes más austeras. Se dispuso, por ejemplo, una pragmática contra el lujo excesivo y se propuso una limitación de las fiestas. El lujo desmedido del vestuario o las joyas que revelan los inventarios de la época, un tren de vida que las clases medias trataban de imitar, la todo ello son realidades que lastran la salida del feudalismo de la sociedad hispánica”. ¿Y no son de ayer mismo expresiones como “La primera y principal agonía de los hombres de fines del siglo XVII radicó en la amenaza de la desintegración de España”? O también “El rearme del poder estatal se dirigió, sobre todo, a la confrontación con la Iglesia”. Las recoge Ricardo García Cárcel en Memoria de España.

La historia se repite, aunque Unamuno habla de intrahistoria: “Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la verdadera tradición”. Igual que en Nochebuena hablaría Don Juan Carlos.

                                           María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", miércoles 28 de diciembre de 2011).

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