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La lampara encendida

Libros para soñar

Libros para soñar

No voy a hablar de Shakespeare ni Cervantes, ni del último “best seller” de Jesús Carrasco, ya libro del año según parece. Tampoco, aunque podría, de La luz que no puedes ver, Premio Pullitzer de Ficción 2015, historia de amor y diversidad sensorial –ceguera–, en la Francia de la Segunda Guerra Mundial. O de El desorden que dejas, de Carlos Montero, Premio Pimavera de Novela 2016.

Las Cimeras, un pequeño pueblecito abulense, es donde se desarrolla Las montañas azules, retrato de una España no lejana en la mente de nuestros mayores, donde la superstición y el caciquismo, la tradición oral y una cultura medieval y masculina siguen predominando. “A mi madre, que no pudo estudiar por ser mujer”, dedica el relato Begoña Ruiz Hernández, su joven autora.

Cuarenta años después y en otras latitudes, El Prado verde de Jay Mckay, de Sergi Allepuz Giral, Premio Ciudad de Cáceres de Novela 2015. El escenario, una sencilla caravana y su entorno natural al noroeste de Estados Unidos. Un adolescente español que realiza un viaje de intercambio y sus tres compañeros de fatigas; cuatro formas de entender la adolescencia. Un humor que ironiza con ternura una cultura de hamburguesas y sexo, mezclados con rock duro alemán, velocidad y pasión por la vida.

Nos transportan a mundos diferentes, a sueños que quizá guardemos en lo más íntimo. “Sin embargo, al hacerse mayor le impusieron tantas reclusiones por supuestas faltas cometidas que había llegado el momento de hacer algo definitivo”. A las mujeres las entrojaban o encerraban por días en las trojes o graneros por desobedecer al padre. Curiosamente, también cabe la esperanza, y el amor.

“Las “cheerleaders”, o en cristiano, las animadoras, por si alguien no las conoce, son las chicas más cotizadas del mundo adolescente estadounidense. Un mundo dominado en aquellos años por el acné, la Coca-Cola y las hormonas (no sé si la cosa habrá cambiado mucho, pero lo dudo)”. De las caricias en los dedos al desnudo; de comer todos de un puchero a la comida “lait”. ¿No habremos querido correr mucho en poco tiempo?

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 22 de abril de 2016).

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