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La lampara encendida

Te deseo, amor mío

Te deseo, amor mío

Te deseo, amor mío, igual que se desea
la luz en la mañana,
el aire para el pájaro,
                                   o el descanso en la noche.
Te deseo, indefensa, como desea el niño
la piel cálida y tersa de la madre,
la leche de su luna, una caricia.
Te deseo, mi amor, cada vez que entresueño
la seda de tus labios por mi vientre
mi mano en tu cabello,
                                     tu cuerpo despertándome.
Te deseo tan hondo, tan adentro
que me estremezco toda en hojas frágiles,
manantial de por sueño y de por vida.
Te deseo en la noche sin ribera,
y aquí, en la madrugada,
para otro hermoso día donde amarnos.
Te deseo, amor mío, en cada luz,
más allá de la espera
                                   y la distancia,
cuando huele ya a lluvia y cercanía.
Te deseo hasta el éxtasis.

(Amantes. 88 poetas aragoneses, Zaragoza, Olifante, 2017).

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