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La lampara encendida

Blanca

Blanca

Foto Maiter Fernándes / Archivo Heraldo

Conozco a varias Blancas, pero ninguna otra medallista olímpica ni pionera en deportes de invierno. Todos los que tenemos una edad recordamos a Paquito Fernández Ochoa, que en el 72 se llevaba la medalla de oro en los Juegos de Sapporo (Japón). Ocho años después, coincidía con Blanca en el Lake Placid (EE. UU.). Sarajevo’84 (Bosnia-Herzegovina), Calgary’88 (Canadá) y, tras la caída en estos últimos, la medalla de bronce en Albertville’92 (Francia).

Desde el pasado sábado nos mantuvo en vilo a cientos de voluntarios y trabajadores del bien común, a millones de españoles e inmigrantes (que ahora cabemos todos en solidario espíritu deportivo). Más allá de nuestras fronteras saltó también la alarma. ¿Solo una porción de queso en el híper? ¿Adónde se dirigía? ¿Qué pensamientos cruzaban por su mente? ¿Pasaba una etapa depre en su vida? Y si alguien la siguió…

El móvil dejado en el coche, 15 euros, unas sencillas chanclas. Ni tan siquiera un saco de dormir. ¿Pensaba regresar pronto? ¿Comentó algo a alguno de los miembros de su numerosa familia? Como todos nosotros en alguna ocasión, de vez en cuando, quiso perderse en un punto querido de la sierra, cercano a Cercedilla. Ahora iría en serio.

Las respuestas se las llevarían las cenizas, la sepultura, el viento. Solo una pregunta más como simples mortales. Si todos somos ríos que van a dar a la mar, o al aire fresco de la sierra, ¿nos trata igual la muerte? Hay muchos que se pierden en el monte, demasiadas mujeres desaparecidas. ¿Y por qué un guardia no en activo con su perro fiel? El misterio es parte del día a día.

Federighi, el cuñado de Blanca, declaraba a los medios: “Esperamos con el último corazoncito que no sea. Nos agarramos a ese clavito”. La esperanza es lo último que se pierde.

Gigante de Vail’85 (EE. UU.), tres pruebas de eslalon Sestriere’88 (Italia), Morzine’91 (Francia) y Lech’92 (Austria). Premio Reina Sofía a la mejor deportista española (1983-1988), Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo; veinte podios en total. Los Fernández Ochoa, una saga de sanos hermanos deportistas –cinco de los siete, olímpicos–, más los hijos de Blanca, Olivia y David, dedicados al rugby. Se marchaba en el pico de la Peñota, uno de sus lugares favoritos, tras besar la estatua de Paco. ¿Se puede pedir más? Quizá, la vida.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 6 de septiembre de 2019).

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