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La lampara encendida

Dos académicas

Leyó un extracto de las 350 páginas de su discurso, “La búsqueda de la inmortalidad en las obras de Baltasar Gracián”. Asistieron todas sus compañeras académicas, excepto Ana María Matute, por motivos de salud. Aurora Egido continúa siendo aquella entrañable profesora del Siglo de Oro que motivaba a todos en sus clases, que me inspiró el título de Epifanía de la luz a través de un verso de Guillermo Carnero –“… la luz encadenada en los capiteles del tiempo”–, que me examinaba a lo largo de ocho horas para que no quedase nada en el tintero. Cada vez más cercana.

“Fue gracia inesperada y honor inmerecido que en el Tricentenario de la Real Academia Española se pensara en mi nombre para la silla B que ocupara don José Luis Borau”. Tras loar trabajos y conquistas de su predecesor, la nueva académica iría analizando la obra y el sentido de uno de nuestros más grandes padres literarios para las mujeres y los hombres de hoy: “Desde su primer libro, El héroe, Gracián  estaba obsesionado por dos búsquedas, la de la felicidad y la de la inmortalidad”.

Dieciséis años antes, Ana María Matute parecía dar, en su discurso de ingreso en la Real Academia, “En el bosque. Defensa de la fantasía”, con otra clave: “La palabra es lo que nos salva. […] Escribir es para mí la persecución de esa palabra mágica, de la palabra que nos ayude a alcanzar la plenitud”.

Me perdí aquellas visitas a Zaragoza de quien luego ocupó el sillón K, que dejaría Carmen Conde, tan entrañablemente retratadas en los comentarios y poemas de Antón Castro. Pero pronto intuí. La niña incomprendida por su madre, la joven enamorada, la esposa malquerida, la madre a la que se retira la custodia del hijo. Y su temprana inquietud por los universos de la discapacidad: la muñeca coja, los 5 como sillas para inválidos, Los niños tontos o el ciego Nin, compañero inseparable de Paulina. Dicen que la guerra curó su tartamudez. ¿Tenemos de verdad motivos para seguir creyendo en la bondad?

Fue Rosa Montero quien me puso en contacto con Carina Pons, de la Agencia Literaria Carmen Balcells, y Ana María nos daba su permiso para incluir “La rama seca” y “El jorobado” en Cuentos desde la diversidad –Colección Joseph Merrick, Libros del innombrable–. Todo un lujo, ahora sí, rotundamente inmerecido.

“Es interesante ver cómo el laberinto del estilo, del lenguaje y el conceptual refleja también el laberinto del mundo y de la sociedad” (Aurora Egido). “Si perdemos la memoria, lo perdemos todo” (Ana María Matute). El Unicornio volverá a salir del cuadro, como en Paraíso inhabitado, con mujeres como ellas.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 27 de junio de 2014).

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