Diversidad en Gaza
Foto: Tierra Santa Adaptada
Jerusalén, el Monte de los Olivos, el Cenáculo, la Vía Dolorosa, la Gruta de la Agonía, la Tumba de la Virgen, San Pedro Galicantu, Betesda, la piscina de los milagros, tan cerca del lugar de nacimiento de María, la Abadía de la Dormición… Pero también el Mar de Galilea, Emaús, la Posada del Buen Samaritano o Belén, en Cisjordania.
Tierra Santa Adaptada. La Hospitalidad de Jesús de Nazaret, dependiente del Arzobispado de Madrid, y la ONG Esperanza en Acción, acercan dos veces al año a Tierra Santa a persona con y sin diversidad funcional. “Nos respetan. A turistas, enfermos y discapacitados, allí se nos respeta”, nos comentaba Ana Palacios, su presidenta.
Un sueño de hace siglos –es metáfora– al alcance de mis ruedas. Un gozo interior nunca exento de cruces, peregrinar al centro, en el que se dan la mano el Monasterio de la Cruz, el Muro de las Lamentaciones y la Mezquita de Al-Aqsa, donde Mahoma soñó subir al cielo en un caballo, y Yad Vashem, monumento del Holocausto nazi.
“Dos jóvenes discapacitadas morían y otras cinco personas eran heridas de extrema gravedad en otro bombardeo contra un centro para discapacitados al norte de la Franja”. ¿Un símbolo más? ¿Macabro sueño de fanático anhelo de una extraña justicia? ¿Realidad sangrienta nuestra de cada día?
Desde que el mundo es mundo, o al menos miles de años antes de Jesucristo, lo que hoy conocemos como Israel y territorios palestinos –Cisjordania y la Franja de Gaza– parecen condenados a no encontrar la paz. ¿Y si la Franja fuese una alegoría, como para algunos biblistas Galilea y Judea, lugares interiores antagónicos? De hecho, muchas fotografías aparecen trucadas.
Al otro lado de África, en Camerún, la asociación Sawa O Pagnya trabaja con niños con discapacidad. “La necesidad es enorme, la discapacidad es un castigo, un mal de ojo, una maldición”, nos decía Herminie Vanessa Essiben, responsable. No es ninguna metáfora; como tampoco la situación precaria de personas con diversidad funcional en Israel y los estados palestinos. Me quedo con el Monte de las Bienaventuranzas y con el lugar del Santo Sepulcro, contemplado del lado de la Resurrección. ¿Seremos algún día humanos y ecuménicos?
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 18 de julio de 2014).
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