¿Pública o privada?
Foto Europa Press
Habitación n.º 64 del hospital San Juan de Dios de Zaragoza. Mi madre estuvo dos días hospitalizada a consecuencia de mi parto. Estancia por día: 125 pts.; quirófano: 250 pts.; material de curas y medicaciones: 212 pts. Total: 712. Un dineral entonces para mi padre, que acababa de sacarse las oposiciones a Correos y Telégrafo; un funcionario del Estado sin seguro médico alguno. Al menos, fuimos atendidas en una clínica de ciudad, y no por la partera del pueblo. Aunque no nos librase de la ignorancia, a falta de pruebas previas, y el sufrimiento perinatal que derivó en parálisis cerebral infantil.
Las frecuentes visitas al médico de niños o pediatra, Dr. Vallés, y las continuas inyecciones, practicante y vitamínicos, entre ellos el Calcio 20, así como la gimnasia o fisioterapia que nos daba la señorita María Pilar, en la plaza San Francisco, corría a cuenta del bolsillo de mis padres. Creo que se trataba de una sociedad médica privada, la Unión Médica, que los pacientes debían abonar en su totalidad. Hasta 1975, yo ya adolescente, no se creó Muface, Mutualidad de Funcionarios Civiles del Estado, y empezaron a cubrirnos las espaldas. A mi padre le tocó Adeslas.
A partir de ahí, no es que todo fuese miel sobre hojuelas, pero sí comenzamos a tener una asistencia digna, racional y subvencionada. Los otros dos partos de mi madre, ya evitando riesgos, las visitas al pediatra con mis hermanos, las vacunas, el tratamiento del asma y la alergia. Nunca tuvimos que sufrir listas de espera, a lo sumo unos días.
Tú eliges al médico. Cuando nacieron mis hermanos y cuando mi histerectomía, en la Montpelier, habitaciones individuales, no límite de horario de visita, salvo por pura lógica, ambiente familiar.
Pero los tiempos han cambiado. Receta electrónica, mejor tecnología para según qué patologías e intervenciones, posibilidad de elegir entre atención privada y Seguridad Social, y las prestaciones económicas. Sin ir más lejos, la ayuda familiar por Hijo a Cargo, si eres mayor de 18 no incapacitado intelectualmente, te permite contraer matrimonio sin renunciar al sustento económico en la sanidad pública, no así en Muface.
De todas formas que la atención primaria, a los enfermos más graves y a nuestros mayores, que tanto han contribuido, los dejen como están.
María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 24 de noviembre de 2024).
0 comentarios