Jesús Hermida
Recogiendo el Premio Ondas. Foto: Heraldo
Terminaban de traer el televisor en blanco y negro a casa, aquel cajón casi como las primeras radios en el pueblo. Retransmitían la llegada del hombre a la Luna, y daba la noticia un locutor joven –para mí muy mayor–, moreno, ¿llevaba entonces patillas? El mismo que un año después sería corresponsal en Nueva York, y nos relataría el asesinato del presidente Kennedy. ¿O eso fue antes? Los datos se emborronan en un lejano salón, junto al largo pasillo donde daría mis primeros pasos, en aquel cuarto piso de la calle Delicias. ¿Tendría cinco años?
¿Cómo iba a saber yo por entonces que nacería veinticinco años antes que servidora en Ayamonte (Huelva)? ¿Que comenzaría trabajando en Signo, semanario de Acción Católica, Europa Press, La Actualidad Española, Informaciones…? Teníamos bastante con irnos adaptando y viviendo una realidad cercana en tiempo y circunstancias a “¡Bienvenido, Mister Marshall!”, de Berlanga. ¿Cómo iba a adivinar que antes de Periodismo deseaba estudiar Filosofía y Letras?
Después, cuando volvió a España en el 78, la caja tonta comenzaba a vestirse de colores, y yo asistía a un aula con otros compañeros minusválidos –en la jerga de la época–. Estábamos en plena transición. De su vuelta a TVE –“Pasaporte”, “De cerca”, “Crónica 3”– tampoco me quedan muchas huellas.
Lo recuerdo en el Telediario de la noche y, ya en los noventa, en espacios de Antena 3: “El programa de Hermida”, “La noche de Hermida”… Y en una mezcolanza no tan confusa que mis días de infancia me vienen nombres como Irma Soriano, Nieves Herrero, María Teresa Campos, Toni Cantó o Agustín Bravo; cuando habíamos abierto más canales, clausurado casi la postmodernidad e íbamos ya camino de la globalización. Yo seguía escuchando la voz entrecortada del locutor de siempre en el ángulo oscuro de un viejo salón.
“Era una persona que marcó una forma de hacer televisión y todavía no se ha superado”, declaraba Nieves Herrero, una de sus chicas favoritas. Premio Ondas, Nacional de Televisión o Antena de Oro, recibía su penúltimo homenaje en el tanatorio de La Paz de Tres Cantos (Madrid), sede de la revista Humanizar. Hay hebras invisibles que enlazan nuestras vidas.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 8 de mayo de 2015).
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