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La lampara encendida

Cámara en ristre

Cámara en ristre

Foto: Heraldo

Morir con las botas puestas. Hoy sería con el móvil, la tablet o el smarphone. Pero no tiremos la toalla. Se trata de seguir defendiendo los derechos humanos contra viento y marea y horrores inimaginables. Como Antonio Pampliega, caballero andante de la comunicación desde los rincones más conflictivos del planeta; o sus compañeros Ángel Sastre y José Manuel López, desaparecidos hace casi un mes.

Escribir la palabra “coraje” en español, francés y árabe, se considera un delito capital. En Siria especialmente, no se andan con chiquitas ni leyes mordaza estatales. La lista asciende a 119 víctimas, según Periodistas Sin Fronteras; 27 bestialmente asesinadas. Tres imágenes en 2014 –dos estadounidenses y un japonés–, con sus saris naranjas, se nos grabaron para siempre en la retina.

Todo comenzaría en 2013 con el grupo yihadista Daesh –acrónimo de Estado Islámico–. Alá y sus dictados son intocables. Se lo enseña a su hijo uno de los responsables en captar a niñas y adolescentes para la causa. Demasiado arraigado en el subconsciente colectivo.

Creemos que nunca va a llegar, que con uno millones de euros nos salvamos. Y olvidamos que Al Ándalus es un punto de mira. Y no somos conscientes de que la persecución se nos mete al salón de nuestra casa. Y de que la decapitación no es solo religiosa.

La tortura puede ser mucho más lenta todavía, como el gota a gota sobre el cráneo del reo en antiguos palacios señoriales. Como la manipulación del pensamiento que describe Primo Levi en campos de exterminio. El uso de cortar cabezas –talentos, antes que talantes– se halla hoy extendido en cualquier orden: político, civil, religioso… ¿Por qué ocultar mi fe y la forma de expresarla en libertad?

Que los tres periodistas secuestrados en Siria corran la suerte de otros compañeros españoles que han vuelto a contarlo. Aquí sí, alianza de creencias. Que la simpática “internauta” Isis Chan siga poniendo su granito, cortando y saboreando sus frescas rajas de melón.

Pero siguen cortándose cabezas: el fotoperiodista Rubén Espinosa, en México; el socialista Carmona; las de tantos niños inocentes. ¿Hasta cuándo la decapitación global? San Lorenzo no olvida su Campana.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 7 de agosto de 2015).

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