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La lampara encendida

Ocho apelidos españoles

Ocho apelidos españoles

Foto soria-goig.com

Desde pequeña, tuve curiosidad por conocer mi origen, los nombres y apellidos de mis cuatro o cinco generaciones precedentes. Llegué a memorizar hasta 36. Martínez, Barca, De Miguel, Muñoz… Costumbres, gentilicios, nuestra pequeña intrahistoria. Muñoz, Sobrino, Muñoz, Lacalle…

La tradición ha pasado a sobrinos, más allá de las tareas escolares. ¿Cómo se llamaban los abuelos? ¿Y el padre de tu padre? Y me ha hecho pensar que mis sobris pequeños, o sus hijos, no lo tendrán tan fácil. A partir de hoy, con la reforma del Registro Civil, desde la matrona al funcionario pueden elegir el orden de los apellidos del bebé –nena o nene–. ¡Cómo para acordarte del tatarabuelo de tu nieto!

Antiguamente, en la Edad Media y por ahí, era más sencillo: mandaba el patronímico, el derivado del nombre paterno, y se iba conformando todo un linaje. Fernández de Fernando, Martínez de Martín. Ramírez de Ramiro. Lo que ha llegado a otras civilizaciones contrapuestas: Mijailóvich de Mijail, MacDonald de Donald.

No es cuestión de ser “señora de”, como allá en la posguerra o en tiempos de Franco; o como en Rumania, donde la casada pierde automáticamente su apellido por el del esposo; también en EE. UU. y en Reino Unido, las hijas y los hijos se llaman solo como el padre. Pero sí es necesario algo de orden.

¿Por orden alfabético o sorteo? ¿Dos gemelos podrían apellidarse diferente? Es distinto de adulto, por religión –Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, Teresa de Jesús–, o estética –Antón Rodríguez Castro–. Servidora se soñaba Barca, tanto por Calderón como por el pueblecito soriano limítrofe al de mis padres.

García, Pérez, Martínez, López, Sánchez, Gracia, González, Gómez, apellidos aragoneses más frecuentes. Ojalá que estos y otros muchos españoles alternen en paz con árabes, rusos o latinos, sin perder un ápice de esencia. “Cada uno de nosotros nace del óvulo en el que se han unido los cromosomas del padre y de la madre, nacidos a su vez de óvulos en los que se han unido los cromosomas de sus padres” (Oriana Fallaci, Un sombrero lleno de cerezas).

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 30 de junio de 2017).

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