Magos de la ilusión
Adoración de los Reyes Magos, retablo mayor de la Seo o Catedral de San Salvador, Zaragoza.
“Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo".” (Mateo 12, 1-12). Tres personajes excéntricos, ¿o quizá no?, tres sesudos científicos, o eruditos religiosos, de la época tras el rastro iniciático de una estrella que marcaría un antes y un después. Y junto a la magia de la fe, el ansia de poder, cebándose como siempre en los más inocentes.
¿Existieron realmente los iconos de Melchor, Gaspar y Baltasar? ¿Hubo señales interestelares? La tradición es sabia. Se esperaba la salvación del ser humano, el triunfo contra toda muerte. Entre los siglos II y VI, con San León el Magno y el mosaico de San Apollinaire Nuovo (Rávena), se iría definiendo a los tres mágicos y reales personajes. Solo en el XV se representan sus etnias. En la Iglesia ortodoxa siria y en la apostólica armenia eran doce figuras, como los apóstoles y las tribus de Israel.
La primera Cabalgata de los Reyes Magos sería en Alcoy en 1866. San Nicolás, el 24 de diciembre, se ve sustituido por zapatos con grano para los camellos, la noche del 5 al 6 de enero; también en Hispanoamérica. Es lo que hoy perdura en nuestro imaginario colectivo.
Recuerdo a tantas niñas y niños que no han tenido su presente; o ha venido entre lágrimas. ¿Y esas pequeñas madres que se han encontrado con un bebé de carne y hueso? ¿Y hombrecitos que juegan con armas de verdad, o utensilios de ganarse el pan de cada día?
En lugares de Oriente, donde tuvo su origen este relato, muchachos y muchachas cristianos se encuentran hoy sin casa. También ellos merecen el oro superior del rey, el incienso del dios, la mirra de los hombres y su muerte trascendida en esperanza. Ahora como entonces, los Magos y sus camellos han de hacer cabriolas para salvaguardar la dignidad de los humildes. “Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino”.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 5 de enero de 2018).
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