Tormentas de verano
Foto Heraldo
He vivido veranos abrasadores, tardes en las que el aire abofetea la piel con su bola de fuego, inviernos que ponían las camisas tiesas como cristos cuando los radiadores y el televisor eran bien de unos pocos. Pero nunca recuerdo una tormenta de verano como el 11 de julio.
Por la acera del pequeño parque que lleva de Juan Carlos I a Vía Univérsitas, unos metros tan solo. Una nube negruzca en el cielo que se iba aproximando, unas primeras gotas, goterones, corrimos a meternos en la puerta del IES Jerónimo Zurita, no daba tiempo, un viento enloquecido, una sensación inaudita de terror, ¿y si se me cae un árbol encima?, ¡corre corre!
Los porches de Overpani fueron nuestra salvación. Cómo caía. ¡Granizo! El agua alcanzaba ruedas y zapatos. Una rama enorme desprendiéndose al suelo. ¿Pero esto que es? No se veía nada, viento y tierra nos cegaban los ojos. El continuaba salpicando y calando rostro y espalda.
Habíamos quedado con una buena amiga por Romareda. No llegamos, ¿la llamo? Tardará 15 minutos en pasar esto. Mientras esperábamos, la ciudad, o lo que de ella veíamos, iba cambiando de semblante. De los ojos terrosos al marrón, al grisáceo; del granizo a la lluvia más delgada, que poco a poco iba amainando. ¿Sale el sol? ¿O es una luz extraña que refleja?
Mi visión continuaba. ¡Una lluvia monzónica en Zaragoza! ¿Cuándo se había visto? Intentamos cruzar ha Violante de Hungría, los ríos de los vados entre acera y calzada y los troncos caído lo hacían inviable. Dimos la vuelta por las calles de atrás hasta Asín y Palacio. El acceso –por cierto, sin rampa– al hotel Romareda y a la terraza del Rogelio’s era casi un embalse.
Nuestra amiga llegó. ¡No sabéis cómo está todo por ahí, por Gran Vía, por Fernando el Católico! Ni tranvía, ni un taxi. En la plaza San Francisco he visto uno. Pero lo han cogido una mamá con su niña, y claro, ellas lo necesitaban. Quedó una tarde inolvidable.
Y te vas despertando. Mis padres achicando agua en la terraza. Coches como autos de choque flotantes. Sillas que volaban sin telequinesia. ¿Locura climática?
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "Con DNI", viernes 20 de julio de 2018).
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