Pilar en zapatillas
Cartel de las fiestas del Pilar. Foto www.soydezaragoza.es
Para algunos parecía no pintar bien. La noria no rozaría el cielo, no iba a haber muestra gastronómica en Echegaray ni Interpeñas a salir de sus locales. Pero la cabalgata, con el Maño Menguante, magia, inventos, el Tragachicos o los Gigantes y Cabezudos, con el fondo de medioambiente sano, entrante sabroso a la apoteosis pregonera de B Vocal, sería un excelente preludio.
Recordaba el grupo a los Infanticos, la lucha contra el cáncer, la bandera bicolor del Zaragoza o la paráfrasis de la letra de Queen: “Ahí está la Seo, ahí está el Pilar, y esta Zaragoza es difícil de olvidar”. ¿Y a qué zaragozano y aragonés, catalán o andaluz no emociona el Canto a la libertad de Labordeta? Porque la esencia queda, al igual que vuelven las jotas a la fuente de la Hispanidad, o perduran la Ofrenda de Flores y de Frutos y el Rosario de Cristal.
Aun con todo, no nos engañemos. Las cosas no son lo que parecen ni lo que fueron cuando éramos pequeños, pese a la crisis psicosocial-existencial, como tan bien los oregoneses en su escenificación del teatro Principal. ¿O es el paso del tiempo? Preguntémosle a Concha Velasco o a su personaje, Lucrecia Conti, una diva rediviva durante este mes en el teatro de las Esquinas. Pero no nos muramos de la risa y nos quedemos fiambres, que aún están Arbolé, el humor en el Mercado, el Circo Italiano y tantos otros espectáculos callejeros y por barrios.
Y en cuanto a la música, para todos los gustos y a cuál más económica. Desde la gratuita en la plaza del Pilar –los Secretos, Amaral, Lola Índigo, La Ronda de Boltaña…–, a los ritmos diversos en la del Justicia o los autóctonos en la Carpa Aragón. En el Auditorio, laúd, piano, violín, la tecno rumba de Camela y la súper Antología de la Zarzuela, con Montserrat Martí Caballé, Nacho de Río o Beatriz Gimeno. Sin faltar el humor. En nuestros años chicos y mozuelos no había tanto colorido ni diversidad.
Chiringuitos, atracciones en plazas, deporte en la calle, fuegos artificiales, las vaquillas… O simplemente pasear, aunque en silla y con tanta gente haya que ir sorteando los talones. No en vano, nuestras fiestas a la Pilarica son ya de Interés Turístico Internacional.
¿Pilar en zapatillas? Quizá algo más modesto, y abierto como siempre al visitante. Diverso, pluriforme, intercultural. Y falta lo mejor. ¡Que no nos quiten lo bailao!
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 11 de octubre de 2019).
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