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La lampara encendida

¡Felicidades, mamá!

¡Felicidades, mamá!

Foto archivo familar

Hoy, 22 de octubre, cumples un otoño más. El 21 de octubre, un día antes, papá y tú os casaseis en la iglesia de la Santa Cruz de Velamazán –unas fotografías en blanco y negro dan testimonio–. Unos meses después me trajiste a este mundo.

Naciste antes de la guerra, nuestra guerra civil, en el 34. Los disparos no llegaron al pueblo, aunque sí las venganzas y el hambre y la escasez. Los Reyes Magos nunca te trajeron aquel abrigo que tanto deseabas, con tanta nieve y churlitos.

Perdiste a hermanos mayores siendo niños, no los conociste; y a la otra, ya moza de 18, que jugaba a los bolos como nadie. Los abuelos se fueron casi tú adolescente. Y te quedaste al cargo de los tíos, tu hermana la mayor, cuidando de los campos, las gallinas, las vacas y el ganado.

Papá se fijó en ti. Empezasteis a festejar y a intercambiaros cartas –trabajaba en Correos–, hasta que llegó la boda y re viniste también a Zaragoza. Teníais lo mínimo, y los médicos no hacían ecografías. Pudiste darme a luz con gran esfuerzo: sufrimiento en el parto y parálisis cerebral.

Te recuerdo conmigo día y noche, jugando en las largas mañanas, viendo por la terraza a los niños del primero; o cuando íbamos a los Viveros, la gimnasia o al mar. Luego, cuando llegaron mis hermanos, tú supiste ponerte a la altura de cada uno, hablar nuestro lenguaje, socializar también con nuestros amigos, a los que invitabas a merendar. Modista, peluquera y siempre una excelente cocinera. Recogías y aprendías recetas, que papá copiaba, una a una, en la libreta de anillas.

Fuimos creciendo. Acompañaste a los tíos en su ocaso y deterioro; y la llegada de los nietos era una bendición. El paso de los meses y la pandemia fueron abriendo agujeros negros, irreparables. Las calles empezaron a cambiar de lugar.

“Dame un beso, por si no te veo ya mañana. Y reza un poco por mí”. Comenzabas tu camino de retorno, me propuse acompañarte en él. “Quiero irme a mi casa. Se está mejor en el pueblo”. Sí, mamá, te comprendo. Y me gusta que sigas describiéndome cada rincón del pueblo de tu primera juventud, tu mocedad y tu niñez, que es también mi memoria. Hoy cumples vida, sigues reconociéndonos y te queremos. “Dame un beso. Tengo miedo a la noche”. ¡Felicidades, mamá!

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 22 de octubre de 2023).

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