De la noche al Ángelus
Foto portada Imperium ediciones
I
Comienza ya a llover sobre la tierra
estéril del espíritu.
De este lado del río aún es noche,
con pájaros que cruzan los umbrales
de un interior en llama.
Y el agua va calando, lentamente,
el centro de mi sed.
Extienden su silueta los manzanos
sobre mi corazón, sobre las cosas,
sobre los hijos mismos de la luz.
He cruzado la linde
y todo se ha callado en su presencia.
¿Qué lluvia me ha empañado el corazón?
Posó leve su mano en mi cabeza
y me nacieron alas de agua tibia,
vislumbre de horizontes presentidos.
Jamás la sombra fuera tan cercana.
Ha cesado la lucha, cuerpo a cuerpo
con tanta incertidumbre, con tan hondo
pozo de oscuridades y temores.
Me ha visitado el ángel de la aurora.
XVIII
Herida la existencia en llama viva,
ya nada será igual, lo voy sintiendo
en este río undoso de las horas.
El agua fluye, lenta, en la mirada,
y el fuego va dorando el corazón.
Porque el cielo se enciende en las entrañas
y madura la tierra, las praderas,
las íntimas corolas, los frutales.
Apenas se presiente, sin embargo
sucede, tan sencillo como el agua
que va transfigurando nuestra sed.
De vuelta hacia la casa, todo es vida,
y verdes ondulando el horizonte,
llamitas que inauguran la distancia.
Te aguardan los más tuyos, con las manos
abiertas de esperanza y de preguntas,
acaso silenciosos, hondos, cálidos.
Ya nada será igual tras la visita
del ángel de la luz y la belleza,
cruzada la ribera y sus contornos.
La sombra del manzano nos bendice.
(De la noche al Ángelus, Zaragoza, Imperium Ediciones, Col. Imperatrix, 2020).
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