En luna llena
Diseño de portada David Maynar
4. Tarde de domingo
A mis padres.
Hace frío del lado de la noche,
y todo se recoge en la salita
con esa sencillez que impregna la costumbre.
La madre, reposada, repasa los periódicos,
la sombra tras la sombra, las miserias
del hombre y su contorno. Todo es cálido
en esta luna mínima.
Llegado ha la calma tras un largo trasiego
de faenas domésticas: las camas,
crear sabrosos guisos, poner la lavadora,
o hacer que no se apague ese rescoldo
menudo y entrañable.
La mesa huele a pan recién cocido,
a zumo de naranja a florecillas
cogidas la otra tarde en el paseo.
Un mantelito a cuadros resguarda las vivencias
del polvo del olvido, de la noche.
Está en silencio el cuarto, ni la tele
perturba lo agradable del momento.
El padre va hojeando aquellas páginas
de un libro muy querido, calla, piensa,
recuerda una esperanza, traza un puente
sobre las aguas tibias de los hijos.
Cruzado ha oscuras sendas por llegar
a este suave recodo del crepúsculo,
fecundo todavía y luminoso.
Se escucha el traqueteo de unos trenes,
de una estación lejana y hermosísima,
y un aliento entrañable va embargando
la mente, el corazón, la luna nueva.
Perdura cada cosa ya en su encanto:
las sillas, los estantes, los libros apilados,
el reloj de cocina, el almirez.
Miguel marchó a las cuatro a la partida,
y Javi se ha quedado de este lado
calmoso de la tarde,
por repasar apuntes y deportes.
Regreso yo a la casa, con la luna
prendida al corazón,
y todo sigue hermoso y recogido,
con esa sencillez que impregna en ti lo amado.
(En luna llena, XXIII Premio Nacional de Poesía Acordes, Zaragoza, Prames, Col. Las tres sórores poéticas, 2020).
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