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La lampara encendida

Jorge Gay

Jorge Gay

Foto 6 litografías para el proyecto publicitario Agua de Lunares, Paraninfo.

Me cautivó hace años en la Lonja. Pero “Los fugaces párpados” que pude contemplar en el Paraninfo me llagaron sabrosamente el alma, en un éxtasis artístico místico creador. Entramos en la sala Goya, “sala de máquinas”, a la derecha. Murales, carteles publicitarios de teatro, danza o películas. Cuadros con cabezas de colores que parecen lunas, círculos, peces o aves. Una pantera negra esmaltada en matices para el café homónimo. Y el poema relato con seis litografías para Agua de Lunares, un prefacio precioso: “Luna me beberé tu agua / Agua me viviré tu luz”.

El artista no olvida a sus amigos: Paco Ortega, Rafa Campos, Miguel Ángel Berna, Javier Delgado y su Zaragoza marina. Flores que semejan pájaros, manos como árboles, peces que terminan conformando la figura humana. El centro de todos los paisajes creados para el alma, que observa y se entusiasma en cada rincón de las figuras. Y la gran mesa de dibujo; y el recuerdo del padre, perfilando la silueta de la torre con unos cuervos; y la presencia del abuelo, en la primera exposición a su regreso de París.

Un poema detiene el paso del viajero y le habla al corazón: “Abrígate, amor mío, / hoy hace frío. / No trae pétalos la aurora / ni la mañana música, / pero vente conmigo / a ver la luz quebrada / y el lado oscuro e íntimo de la lluvia”.

Y pasamos a la sala Saura, a la izquierda. Dibujo y pintura más propiamente dicha, salidos de las largas horas de soledad gustosa en el taller. Las series “Los oficios”, “Pescadores” y todas esas expresiones, a pulso de emoción y carboncillo, de la más genuina humanidad. En la pared del fondo, los óleos de las cuatro estaciones; contrapuesto, un mural símbolo de la bondad y de la luz, con solo alguna pincelada del lado oscuro de la vida. Y el reconocimiento a los maestros: Fermín Aguayo, Luis Berdejo, Marín Bagüés, Martínez Díaz, y la gran pintura española del XIX.

Catálogo poemario dividido en tres tiempos medidos por un mismo diapasón: la pintura el homenaje a los pintores, el creador. “La pintura es para mí es crecer, darle forma al misterio del universo, y divertirme, y vivir intensamente. (…) Y eso viene unido desde las cuevas de Altamira, desde las iglesias románicas, desde los palacios, y yo pongo mi pequeño recuerdo”. Todavía nos quedan los museos, los libros y los clásicos. “En los clásicos encontramos ideas para reconstruir el futuro” (Irene Vallejo, Premio Nacional de Ensayo). Son la savia del alma, la sangre nuestra para no morir.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 6 de noviembre de 2020).

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