El Ángel del amor
Foto Aránzazu Navarro / Heraldo
Mi primer acercamiento a Ángel Guinda se produjo a través de Manuel Pinillos: “Nos conocimos, Manolo, a la salida del Ateneo zaragozano, al que tuviste la generosidad de acudir para escucharme un día de 1973. En la cafetería Savoy tomamos esa misma tarde la primera copa juntos”. En el 76 Manuel edita Sitiado en la orilla, Publicaciones Porvivir Independiente, col. Puyal, de Ángel Guinda y Trinidad Ruiz Marcellán, su editora y musa eterna.
“De niño yo veía en Zaragoza rinocerontes con cabeza de hombre, hombres con cabeza de pistola, hombres con cabeza de falo, hombres con cabeza de copón…” (Espectral). Me nutrió de anécdotas y datos, generoso, prolífico. A finales de los ochenta me sacó un poemita en su revista Malvis.
Reseñé su traducción de Inútil poesía, de Álex Susanna, o su espléndido Toda la luz del mundo: “Toda la luz del mundo pasa por tu mirada”. Y él, en una magnanimidad sin parangón, presentó Se está muy bien aquí. Diario de una amistad, vis a vis con Antón Castro, la reedición Poesía completa de Manuel Pinillos y La manzana o el vértigo, “tu mejor poemario”, según decía.
El año del Premio de las Letras Aragonesas, nos brindaría, junto a Olifante y Nacho Escuín, un hermoso homenaje: “Yin: Poetas aragonesas, 1960-2010, se ofrece como un ejercicio de obligado reconocimiento y justo desagravio igualitario a la poesía en lengua castellana escrita por mujeres”. Y la anécdota simpática: “¡Pero Pilar, que me estás atropellando!” –se apoyaba en el mando de mi silla de motor–.
Rebeldía, búsqueda, transgresión, compromiso, crítica social… y poesía existencial o metafísica. En 2012 presentó, en la librería Dodó de Madrid, Del Verbo y la Belleza, con José Luis Gracia Mosteo. “Morir es no volver a estar / a la misma hora, / en los mismos lugares, / con las mismas personas” (Biografía de la muerte).
Te equivocas, Ángel. Volvemos a abrazarte en Los deslumbramientos, Recapitulaciones, Revelación y rebelión y en El arrojo de vivir, antología amorosa que presentamos mañana. A los internos de la cárcel de Daroca recitaste: “Mi vida recibe instrucciones de otras vidas / anteriores a mí, a las que sirvo / como fiel sucesor y en mí reviven”.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 13 de febrero de 2022).
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