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La lampara encendida

Zaragoza accesible

Zaragoza accesible

Foto Jesús Alba

Si retrotraigo la mirada unas décadas atrás, me veo en un silloncito de plástico aprendiendo la cartilla, en un cuarto piso de la calle Delicias, sin ascensor. Los niños sentaditos, o con alguna circunstancia añadida al hecho de ser niño y dependiente de mamá y papá, no íbamos al colegio. Demasiadas escaleras, apenas profesores que rompieran una lanza por nosotros.

Tampoco llegué a ir al instituto, ilusionada como estaba. Auxilia y el INBAD suplieron la carencia, y, ya en la Universidad, la rampa empinada y asesina que comunicaba con Filología salvó las escaleras imposibles de Filosofía y Letras. Para acceder al campus había que subir algún que otro bordillo, y a falta del Centro de Apoyo a la Discapacidad, los compañeros me subían al Aula Magna 2, me bajaban al sótano, me cruzaban al Interfacultades o al ICE. Parece la prehistoria.

Ni en teatros ni en cines se dejaban espacios para sillas o personas de menor movilidad, a nadie se le ocurría poner rótulos bajos en las exposiciones, y lo normal eran bares y locales con escalón de mínimo medio metro para no dejar entrar el agua de la lluvia.

Más fácil cambiar los corazones que urbanizar las calles de la ciudad. Cuando empecé a salir con mi pareja, de Avenida Valencia al centro, por no citar los barrios perimetrales, todo aceras sin rebajes. Mi silla electrónica era vehículo de calzada, cuando aún no se habían inventado los patinetes ni los carriles bici.

Poco a poco, los distintos partidos consensuaron, según las necesidades ciudadanas. Nueva acera en obras, bajadas simétricas de bordillos, zona de baldosas rojas para bastones. La Expo 2008 supuso un punto de inflexión, pese a que al principio no hallásemos un triste ascensor y hubiera que justificar la discapacidad con un carnet –ir en silla no valía–.

Se hicieron más visibles puntos braille en edificios y espacios públicos, bandas amplificadoras de sonido, bastones roriblancos para sordociegos. Los pictogramas de lectura fácil se fueron imponiendo y normalizando paulatinamente.

La nueva ordenanza de accesibilidad del pasado año ha sido todo un logro. Vamos ganando pasos sobre ruedas. Nuestra alcaldesa, Natalia Chueca, recibía el Premio Nacional de Discapacidad Reina Letizia, por un Zaragoza “amable, accesible, diversa, inclusiva”. ¡Estamos de enhorabuena!

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 4 de febrero de 2024).

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