Días de ánimas
Foto Heraldo de Aragón
Últimamente parece haberse impuesto entre los más jóvenes la tradición de Halloween, la noche de los muertos, del truco y trato, de las calaveras y las antiguas calabazas. Personalmente, prefiero secundar a mis ancestros: el Monte de las ánimas becqueriano, las leyendas afines que me contaron en Velamazán, las ceras y los maderos encendidos en el interior de grandes frutos vaciados. Las almas solían acudir a socorrer a otras almas y otros vivos en pena.
De la cultura celta a la anglosajona, nos han traído las fiestas de disfraces, los nabos, las manzanas y las pelis de terror. Y hasta las Nancys visten trajes de negro y esqueletos, están a la última. Aunque ahora la diversidad es lo que prima. Algunos Centros Públicos Integrados de Formación Profesional, como el Montearagón de Huesca, han utilizado flores y catrinas, típicas de cementerios mexicanos, para denunciar la falta de personal y profesores. Y la comida del país, Quesabirrias, tamales, pan de muertos y otras recetas varias son una forma más de conmemorar a los difuntos.
La comida es también importante en el centro de Europa y en Ucrania en concreto, para despedir a los seres queridos y en su aniversario. En cuanto a los ritos funerarios, cada vez son más frecuentes los laicos y un tanto excéntricos. A las fotografías con flores le han sucedido brindis, letras de rap, desfiles de coches Subarus; enterramiento con el móvil, dinero, botellas de J&B y paquetes de Marlboro; urnas acuáticas y biodegradables, joyería de incineración o lápidas con QR.
Según José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud, “Las posibilidades del duelo digital van en aumento. Podemos hacer testamento, darnos cita con los deudos en las redes, reconstruir al fallecido a partir de su rastro, seguir interactuando. Las posibilidades crecen y la ética no hace su trabajo de discernimiento a igual velocidad. Paradójicamente, cerramos los ataúdes en los tanatorios”.
Hemos hecho un repaso a lo que celebrábamos los pasados 31, 1 y 2 –día específicamente de difuntos para la Iglesia– porque seguimos vivos, y eso es lo esencial, más allá de las danas destructivas y de las guerras devastadoras. Me quedo con los versos de Juan Ramón: “Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando: / y se quedará mi huerto, con su verde árbol, / y con su pozo blanco”.
María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 3 de noviembre de 2024).
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