Noviembre
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Noviembre, de ‘novem’ (nueve en latín), y de ahí ‘november, -bris’. Noveno mes del año según el calendario romano, que en el gregoriano pasó al undécimo. Se representaba como un sacerdote de la diosa Isis, con túnica de lino, calvo y junto a un altar, sobre el que se mostraba una cabeza de cordero.
Comienza el mes con Halloween, antiguamente All Hallow’s Eve (víspera de Todos los Santos). De origen celta, celebraba la caída de la hoja y, paradójicamente, el final de la muerte e inicio de una nueva vida, conmemorando el Samhain, ‘fiesta de la cosecha’. Con la vela, el nabo encendido, la comida y los dulces en las ventanas, se ayudaba a los espíritus malignos a encontrar su camino. Holywins, o festejo de ‘tu santo favorito’, parece convertir una vez más lo pagano en cristiano.
De cualquier forma, las calabazas, el Monte de las Ánimas y Don Juan Tenorio, tan de siempre, nos disponen a un mes introspectivo, con las noches más largas y la luz más oblicua a nuestro ánimo, o más alta que nunca –que ni Europa se aclara con la hora–. Y con todo, este otoño ha venido generoso en caracoles y setas.
Pese a la emulsión de metano y el calentamiento progresivo, o la lava y ceniza de Cumbre Vieja, noviembre se nos muestra más hermoso que nunca, con el ocre penúltimo prendido todavía a sus ramas, y una temperatura casi de primavera.
Si bien aires polares han hecho acto de presencia esta semana, con las primeras nieves, volviéndonos proclives a la astenia y a la interiorización, la lectura, las películas Netflix y los juegos de mesa. Que las últimas producciones de la pantalla grande no sabes en qué cuadrante horario situarlas, de tan tendenciosas y desvaídas.
¿Habrá este año castañas en la plaza Paraíso o en Independencia? En cualquier caso, es lírico pasear a la orilla del río o ciudad adentro, en calles y plazas remozadas o en el recién plantado Bosque de los Zaragozanos, hoy domingo, víspera del Día Mundial del Urbanismo.
Modernamente, noviembre se vestía de hoja seca, una mano apoyada en Sagitario y en la otra un cuerno de la abundancia. “Me siento bien dentro de mi corteza, / con algunas hojas amarillas / y el corazón en sepia” (Ahora que calienta el corazón).
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 7 de noviembre de 2021).
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