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La lampara encendida

Cojeras de verano

Cojeras de verano

Foto cartel de Buffalo Kids

No éramos discapacitados ni minusválidos, sino cojos. Eran tiempos de Auxilia. Aquella tarde de sábado, en el parque grande, uno de nuestros monitores, Javier, se levantó de su silla de ruedas aclamando a voz en grito: “¡Milagro, milagro!”. Unos señores mayores del banco de al lado quedaron estupefactos. Una anécdota más, entre tantas.

Veía la semana pasada la película “Cuerpo escombro”, de Curro Velázquez. Una parodia a todas luces. Javi –Dani Rovira–, instado por su hermano Fermín, y ante el eventual desahucio de la casa paterna, decide hacerse pasar por paralítico cerebral para encontrar empleo. Algo tan sencillo como doblar un brazo y torcer un pie. La cosa se complica cuando surge el amor entre Javi y su jefa en robótica aplicada a la diversidad funcional – Cassandra Ciangherotti–.

Todo en esta cinta puede pasar por el tamiz de la crítica y el humor: la discapacidad y su imagen social, la sanidad y el orden público, los migrantes, la picaresca actual… Como crítica, la aparente superficialidad de lo que para muchos es una lucha diaria, rayando según se mire el insulto.

El otro día le tocó al largo de dibujos animados “Buffalo Kids”, de  Juan Jesús García Galocha y Pedro Solís García –el creador de “Cuerdas”, Goya al Mejor Corto de Animación 2013–. Tom y Mary, dos hermanitos huérfanos irlandeses, viajan al salvaje Oeste, en pleno siglo XIX del sueño americano, y allí conocen a Nick, un niño gran dependiente que pronto se convertirá en su compi y guía de aventuras, vida y superación.

Del barco a Nueva York al tren que les conduce a California, donde a un grupo de veintidós pequeños les esperan sus nuevas familias de adopción. La dureza del rechazo al niño con discapacidad, que no puede hablar ni apenas moverse, contrasta con el tesón de los tres amigos y el resto del grupo, adultos que los cuidan y menores. Solo así se supera al enemigo –el ávido buscador de oro–, y se traba amistad con los búfalos y con la tribu o nación cheyene.

Humor, western y humanidad, transformados como nunca en belleza cuando se vive en carne propia la diversidad – Juan Manuel Montilla ”’El Langui”–, o se ha perdido a un hijo –Pedro Solís–. Se hace familia al andar.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El foco", domingo 25 de agosto de 2024).

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