Rictus apocalíptico
Foto Portada de Beato de Liébana. www.holaebook.com
Se han perdido la montaña, la casa, los enseres cotidianos. Como los nombres de los muertos y la vida, todo ha quedado sepultado por una ceniza densa, dura como el granizo, negra como las fauces del ogro que se engulle al lactante. Las aves migratorias no encontrarán su nido.
¿Inundaciones en Asturias? ¿Dana en los próximos días? ¿Un corte de luz en media Europa? Ya lo anunció Nostradamus en el siglo XVI: “Y en el año de los gemelos (2020) / surgirá una reina (corona-virus) / desde el oriente (China) / que extenderá su plaga / de los seres de la noche (murciélagos) / a la Tierra de las siete colinas (Italia) / transformando en polvo / a los hombres del crepúsculo (ancianos), / para culminar en la sombra de la ruina (crisis económica”.
Con la pandemia, hemos perdido el progreso y la inmortalidad: “Los hombres nos creemos vivos. Pero no es verdad: la muerte nos mantiene encadenados como a un oso los titiriteros” (José Luis Martín Descalzo, Razones para la esperanza). Y se nos ha quedado un rictus triste, melancólico, añorando muchos de nosotros la antigua normalidad.
Nada nuevo bajo el sol. Hacia el 776, un tal Beato, abad de Santo Toribio de Liébana, escribe unos Comentarios al Apocalipsis, según la tradición judía (siglo II a. C.) y patrística –Ireneo, Gregorio Magno, san Isidoro–, ante el terrible fin del mundo del 800 y luego del 1000.
Cultura apocalíptica que no es sinónimo de final, sino de persecución y desesperanza: “Comprendí que mi persona hacía todo lo posible por expulsar al enemigo, al virus, despierto y dormido” (José Carlos Bermejo, Dios en la pandemia).
Se comienza a morir cuando nacemos, decían los barrocos. La NASA estudia desviar asteroides. ¿También el pronosticado por Juan José Benítez en 2027? “Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: (…) ’El tiempo está cerca’. No los sigan” (Lucas 21, 8).
“’¡Arrepiéntete! 3 de febrero. Fin del Mundo’. (…) Bruna miró alrededor. La espléndida montaña, el jardín tranquilo. –Pues parece que hoy tampoco se acaba el mundo –dijo la rep” (Rosa Montero, Lágrimas en la lluvia). Vivimos un eterno renacer.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 28 de noviembre de 2021).
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