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La lampara encendida

Libros de ida y vuelta

Libros de ida y vuelta

Foto Heraldo

Han estado casi todos. Prames. Prensas de la Universidad de Zaragoza, Pregunta Ediciones, Apila, Malavida, Libros del Inombrable, Xórdica, Libros del Gato Negro, Pirineo, Olifante, Onagro, La Fagua del Trovador, Edelvives… Una Feria del Libro en la que han alternado el calor anticipado, alguna tormenta aislada y un viento suave. Librería París, Central, Albareda, FNAC, El Corte Inglés, Casa del Libro; y junto a las casetas del Gobierno de Aragón o del Ayuntamiento, la del Ministerio de Defensa.

Cincuenta expositores y nueve días no son nada si miramos a la Feria de Madrid. ¿Y por qué compararnos con el vecino? Cada uno con sus cadaunadas tenemos nuestra propia riqueza. Ahí es nada, en el Parque Labordeta, sin mascarillas, sin tener que pasar los túneles anti covid y alambradas del año pasado. Encontrarte con firmas como Ana Alcolea, Magdalena Lasala, José Luis Corral, Miguel Mena, Irene Vallejo, David Guirao… Saludar a los amigos, autores, editores y libreros, algunos ya de décadas. Entablar nuevas relaciones.

Presentaciones, encuentros y lecturas, actividades infantiles, conciertos, talleres, fallos literarios… Todos los géneros inventados, inquietudes y anhelos desde que el mundo es mundo. No podía faltar la poesía en mi carrito de la compra: El buen instante, de Emilio Pedro Gómez –“Veo en lo alto / minúsculas personas. / Una era yo”–; Palabras rotas de José Antonio Conde, o Los niños no ven féretros, del jovencísimo Omar Fonollosa –Premio de Poesía Hiperión--.

Ni iban a estar ausentes la novela rural de Elena Laseca, El pulso de mi sangre; la última aportación de Fernando Arrabal a Golpe de Dados, o Viaje a Estocolmo de Raúl Herrero. ¿De qué está hecho el universo? Anna Parisi en La historia de la ciencia contada a los niños tiene la respuesta.

“El mundo está paralizado, y la humanidad, en cuarentena. Es una extraña simetría que yo naciera en una pandemia y me vaya a morir en otra. Vi en televisión que las calles de las ciudades están vacías, hay eco entre los rascacielos de Nueva York y mariposas entre los monumentos de París” (Violeta, Isabel Allende).

Todo casi perfecto, renovadamente luminoso. Excepto la accesibilidad. Lo estrecho de la entrada a las casetas, o el emblemático Quiosco de la Música han hecho de la Feria, para autores como Salvador Berlanga o servidora, una yincana imposible. Por lo demás, espléndida.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 12 de junio de 2022).

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