El fuego de la razón
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Añón y Vera del Moncayo, El Buste, Trasmoz, Litago, Borja, Santuario de la Misericordia, Tarazona… En cada clave de la crucería confluyen un montón de nervaturas de mi educación sentimental. Y en el centro de todas, el Monasterio de Veruela, emblema y punto de encuentro con familia, amigos, artistas y escritores célebres de dentro y fuera de Aragón.
Hará ya cuatro décadas de nuestras excursiones con la parroquia de Begoña. El claustro, la sala capitular, el refectorio, la misa ante la imagen románica de Santa María, al fondo la girola, la comida de picnic en los jardines. Todo nos sorprendía con el encanto de la primera juventud.
Me recuerdo allí, en el bellísimo enclave del Moncayo, mi familia al completo. Mis padres todavía jóvenes, pequeños mis hermanos, luego los tíos, años más tarde mi pareja, los sobrinos –Juan se reconocía muy bebé en el bar del Santuario–. De Veruela a Añón, era una aventura explorar con el coche por aquellos hermosos y solitarios andurriales.
Entre una y otra edad, el Santuario de la Misericordia me marcó muy entrañablemente. Era mi tiempo de Hora 3 y las Pascuas Juveniles, organizadas por dos hermanas Anas y el sacerdote José Luis Sofín. Sentados en el suelo, yo en mi silla, recreábamos personajes y escenas de la Pasión; celebrábamos cada uno de los tiempos de la Vigilia: Luz, Palabra, Agua, Pan. “Hacía niebla, y frío, y honda noche / ribera del Moncayo. Allí, en la plaza, / el viento iba rizando estrellas tibias / del fondo de la fuente. Se prendiera / el corazón hirsuto de unos leños / y el aire, de repente, se hizo llama, / silencio en las miradas, brisa lenta, / reposo allá en el centro de los árboles” (En luna llena). Cecilia no había retocado todavía el Eccehomo.
Pero fuimos creciendo, y la pasión intelectual fue tomando más fuerza. De nuevo en el Monasterio de Veruela junto a los Bécquer, rehabilitado ya por la DPZ, los Festivales de Poesía del Moncayo, gracias a nuestra querida Trini –Trinidad Ruiz Marcellán– y Marcelo Reyes. De B Vocal a Luis Alberto de Cuenca, Ángel Guinda, Manuel Vilas… Al fondo siempre la Casa del Traductor de Tarazona, o la Casa del Poeta de Trasmoz y la magia de sus brujas. Di voz a Manuel Pinillos; Blanca Langa la pondría a mis versos.
Si el sueño de la razón produce monstruos, que el fuego que prenda el Moncayo, y otros paraísos naturales, sea a partir de ahora siempre interior.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 21 de agosto de 2022).
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