Jerusalem
Foto Jesús Alba Enatarriaga
Un muerto y veinte heridos al menos, dos explosiones simultáneas poco después de las 7 de la mañana. ¿Se lo olían? ¡Por eso se subió el vigilante a nuestro autobús en el puesto de control? Poco más de las 4 de la madrugada, nos pidió los pasaportes y se bajó. Luego, en la misa en el Gólgota, alguien creyó escuchar un estampido. Las familias comenzaron a poner whatsapp: ¿Estáis bien?
Nuestra peregrinación comenzaría seis días antes, de Barajas al aeropuerto de Ben Gurión, en Tel Aviv; de ahí a Nazaret, en autobús con plataforma elevadora, para hospedarnos en el hotel Casa Nova, regido por los franciscanos. Al día siguiente las primeras sorpresas: la casa de Caná del novio rico, de gruesos muros, amigo de Jesús y de María, trasunto a su vez de las bodas del Esposo con su Iglesia. De vuelta a Nazaret, las casas de la Virgen y José y su familia, más humildes, de piedra, y la Basílica y Gruta de la Anunciación, donde el sí de María a la vida conmocionó su propia existencia, la del mundo judeo romano y el actual.
Allí nos descendieron en nuestras sillas de ruedas, uno a uno. Como nos subirían a la barca de Pedro, y en el mar de Galilea celebramos la misa, interiormente invitados a caminar sobre el agua. Luego Cafarnaún, el pueblo de la vida pública del Señor, un trasterrado más de tantos de la Historia.
La iglesia de las Bienaventuranzas, desde donde se divisa el monte Tabor, el río Jordán y la renovación de una promesa iniciática, Jericó, el desierto… Y ya Bethlehem. Toda vez que pasábamos de Israel a Cisjordania, los pasaportes preparados, y una miseria paupérrima.
Para no extenderme, el enorme árbol de Navidad junto a la Natividad, villancicos conviviendo con el canto grabado del minarete, y nosotros bajando a la Gruta, tirándonos de cinchas o correas cosidas para la ocasión. ¡Jamás hubiera imaginado que seríamos pastorcicos sobre ruedas y con bastones de invidentes!
La puerta de Jaffa, al oeste de Jerusalén, es la más conflictiva. El atentado fue en la estación de autobús de Givat Shaul, también en la parte occidental. San Pedro en Gallicantu, las casas de Caifás y de Pilatos, la cisterna con agua en la que metían a los ajusticiados, la Vía Dolorosa, Getsemaní, el Calvario.
Y el orfanato de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, donde acogen a niños sin derechos de 0 a 6 añitos. Este año la Navidad va a pintar diferente.
María Pilar Martínez Barca
(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 4 de diciembre de 2022).
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