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La lampara encendida

Inmaculados

Inmaculados

Mosaico en la casa de Isabel y Zacarías, Ein Karem (Jerusalén). Foto Jesús Alba Enatarriaga.

Según las doctrinas cristiana y musulmana, Jesús sería concebido en el vientre de una virgen, la Virgen María. Siguiendo la tradición franciscana consolidada en Tierra Santa, María asimismo sería gestada por obra del Espíritu Santo, sin relación directa entre sus padres, Joaquín y Ana. Tradiciones que no deben confundirse con el dogma de la Inmaculada Concepción, María sin pecado alguno, reconocido por la Iglesia Católica desde 1854 y cuya festividad celebrábamos esta semana.

Sea como fuere, a María y José parece que no les perdonaron la ordalía o juicio sagrado, y la obligación de beber las aguas amargas en el templo judío, pruebas de las que salieron indemnes. En el vientre de María latía y respiraba un ser sagrado, como por otra parte en el útero fértil de cualquier mujer.

Veía el otro día la película “La Maternal”, de Pilar Palomero. Carla, con 14 años, se queda embarazada e ingresa en una casa de acogida con otras adolescentes en su misma situación. Su madre ya había pasado por esa experiencia. La directora, con sus habituales primeros planos de los personajes, narra una historia tan dura y bella como real.

Y me hizo pensar. En tantas menores que no deben pedir permiso a sus progenitores para la interrupción del embarazo. En tantos pequeños con síndrome de Down que ya no nacerán. En todos los niños testigos de la violencia de sus padres. En los angelitos sin alas y huérfanos de Ucrania, Afganistán o cualquier otra guerra. En esos niños palestinos sin país.

En mi reciente viaje, me impresionó la historia, relatada con una crudeza con la que nunca la escuché, del torrente Cedrón, donde sacrificaban a los primogénitos. “Allí será el llanto y el crujir de dientes”. O uno de los mosaicos del patio de la casa de Isabel y Zacarías, padres de Juan Bautista, donde se retrata la bestial matanza de los inocentes.

Y sería en Belén… Visitamos las habitaciones comunes del orfanato de las Hermanas de la Caridad: camitas en hilera, personajes de Disney, decoración pre navideña, espacio para juegos, los más pequeños en cunitas. Hubiera cogido en mi regazo a aquel pequeño, pero no se podía. Las mamás no llegan a conocerlos. La mayoría, fruto de violaciones en el seno familiar. Son niños del Estado.

“Ave Lucía, / has crecido diez años o más en un solo día. / Ave valiente, / decidiendo marchar por la vida, / levantando la frente” (Sergio Dalma).

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", domingo 11 de diciembre de 2022).

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