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La lampara encendida

Soledad

Soledad

Foto Rafael Gobantes / Heraldo

Dolor, rabia, impotencia; no se puede hacer nada. ¡Están siendo unos días tristes! No se me permitió viajar a despedirme de mi hermana. Soledad: “Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo” (Diccionario de la lengua española).

Los que tenemos casa, una familia, un lugar donde tele trabajar o crear somos privilegiados. Y aun así, seguimos en estado de shock, viviendo en una novela de ficción que nadie se hubiese atrevido a escribir. Bueno, hace más de un siglo… Todos hemos perdido libertad. ¿Sigue existiendo el parque? ¿Sacarán este curso nuestros hijos? ¿Cuántos desempleados, empresas rotas? “Me parece que la existencia ya no volverá a ser la que conocimos”, comentaba mi pareja.

Yo en casa, confinada con mis padres octogenarios, estoy segura; aunque no tengamos el pan de cada día que más nos gusta. Y menos mal que nos compran mis hermanos. Peor las personas mayores que se han quedado solas, entre cuatro tabiques. ¿Cuántas fotografías pasarán cada hora por sus mentes? Y con todo, mejor estar así, con un apoyo, un teléfono o una vídeo llamada.

Según el Real Decreto del estado de alarma, las personas podrán circular por la vía pública para actividades básicas, como la “Asistencia y cuidado a mayores, menores, dependientes…” (Art. 7.1.a). Sin embargo, ante la falta de seguridad sanitaria muchos diversos funcionales quedan sin asistencia.

Pero hay motivos de esperanza. Las residencias San Camilo, entre otras,  son lugares de ternura y cuidado en la gran fragilidad. Y la Comunidad de Madrid cambia su protocolo para que ancianos grandes dependientes puedan ser hospitalizados y atendidos.

Morimos siempre solos. “A mi juicio, es más difícil para los ausentes, para las familias. Los pacientes sienten que reciben el cuidado de los profesionales. Hay muchas personas que sacan recursos de dentro y hacen de la soledad un acto de amor a la humanidad, a los más próximos y hacia la sociedad”, afirma José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud. Y apunta técnicas como las digitales, posponer la ceremonia o recordar una vida en común. Perdonar, agradecer y expresar el cariño de otra manera.

“Esta situación nos está dando la oportunidad de vivirlo hacia dentro” (Jessica Martín). Quizá, cuando termine todo esto, seamos un poco más humanos.

María Pilar Martínez Barca

(Heraldo de Aragón, "Tribuna", "El Meridiano", viernes 27 de marzo de 2020).

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